Advertencia: si soy muy duro o malinchista, es que no soy pambolero. Sólo soy un nerd amargado.
Y pasó lo que tenía que pasar, y con pena, lo que queríamos que pasara: México perdió. No, no, no, espera; perdimos. Sí, perdimos. Hay que festejar la victoria y reconocer la derrota. Aunque la selección sólo sea el 11 + suplentes + Don Hugo de Sánchez, Marqués del Pedregal, es un ejemplo muy bueno del carácter nacional.
- La mayoría de los mexicanos hemos sido educados en el arte de medrar, o sea, obtener el mayor beneficio con el menor esfuerzo posible:
- Somos personalistas y con una propensión a depender de la acción individual de terceros, todo por el punto anterior. De este no tengo imagen, mas sí testimonio. El comentarista de deportes lo dijo: “México depende mucho de sus figuras” “Cuando salió Borguetti (o como se llame) se descompuso el equipo, se perdió el juego aéreo”, y cosas así.
- Le echamos la culpa a todo de nuestros problemas, como al vecino de que se nos ensucie el patio, o como Hugo de que la cancha estaba en pésimas condiciones y no los dejaron entrenar.
- El nombre lo es todo. TODO. No importa si eres bueno o malo, si tienes renombre y prestigio el éxito se dará por añadidura. Como Iñárritu con Babel, o como México en la CONCACAF. Y como el nombre lo es todo, y tenemos figuras, no necesitamos mejorar, porque así estamos bien.
- Porque el nombre lo es todo, no hace falta trabajar, y otros tienen la culpa de nuestros problemas, éstos se arreglan trayendo a otro. Borrón y cuenta nueva. No hay continuidad (aunque, siendo honestos, no creo que alguien haya querido continuar la “labor” de Lavolpe).
- Pero el mayor problema, lo pongo en negritas: las entrañas. Las malditas entrañas no nos dejan pensar bien. Ese es el mayor problema. Pensamos con las vísceras. Con “el corazón”. Hay veces en lo que es bueno dejarse llevar por el sentimiento, pero no es bueno dejar todo al dictado del azar, la suerte, la inspiración. El sentimiento nos dicta “este es el bueno”, o “no nos jodan, eso es una injusticia, pinches gringos”, o la de la mañana: “Yo ya sabía, méndigos mediocres”. El mexicano es radical, extremista. Todo lo vemos blanco o negro. Un error, y todo es decepción. Un solo triunfo nos infla como peces globo. Corolario: Cualquier error es suficiente para depredar a quien lo cometió, no importando sus triunfos pasados. Porque la mente vive para el futuro, pero el estómago sólo entiende del hoy.
Y ese es el dilema. Somos humanos, todos podemos fallar. Lo malo es que a veces somos demasiado humanos. Para que vean lo demasiado humanos que somos, a continuación van los resultados (sacados de Wikipedia, el profeta de Internet).
Métanselo en la cabeza, soñadores: en el futbol no gana quien se lo merece, sino quien mete más goles.