Our Motto:

We yell because we don't care

sábado, 31 de octubre de 2009

Saludos de su camarada Wittenbergman


Foto familiar de la hermandad proletaria. Los nerds estamos hasta el fondo.

Al grano: ahora trabajo. Por "suerte" no tuve periodo sabático postgraduación, ni tiempo para ponerme a pensar sobre qué iba a ser de mi vida y deprimirme por ello. Desde hace más o menos un mes soy un orgulloso miembro de la hermandad proletaria, en calidad de obrero del software. Es por eso que he tenido esto tan abandonado. He descargado mis "ganas de expresarme" en el twitter, a falta de tiempo (Pueden notarlo en el estilo telegráfico de este texto). Oh la ironía: yo, un antiguo detractor de las redes sociales y el web 2.0 necesita de los pequeños y fácilmente indexables espacios que me brindan dichos lugares para mantener la cordura. Pero no es para menos; la gente cambia con el tiempo, y el trabajo me ha servido para adormecer un poco mi parte paranoica. Necesito mis pensamientos, mi tiempo y energía en otro lado. Para alguien que sólo ha conocido el blando ambiente de la escuela (así es señores, nunca jamás en la vida tuve un empleo de medio tiempo. Eso no es de nerds), el paso a la vida laboral tan de golpe es algo más o menos traumático, aunque en mi caso hubo cosas que suavizaron el choque: iba a esa oficina desde febrero, uso uniforme, estoy acostumbrado a acatar órdenes y sigo escribiendo código. De todas maneras es algo apabullante el saberse dentro de la colectividad de los adultos, algo que se ve tan nebuloso cuando se está del otro lado del demográfico. Es algo que impone uno de esos mentados cambios en la forma de pensar y tomas de conciencia que tanto les gusta recomendar a los psicólogos y activistas. Por más que trates de ser el mismo, sabes (Es más, debes darte cuenta de) que nunca volverás a serlo. El mundo que conocías ha terminado. Es hora de vivir en el que estarás el resto de tu vida.

No se me ocurre otra excusa mejor para hacer unos cuantos cambios por aquí. Ser humildes por una vez y tratar de hacer las cosas más sencillas, menos pretenciosas. Total, ya no tengo que tratar de sonar como alguien mayor. Ya lo soy. Ahora sonaré mayor, pero lo haré de corazón. (Caray, no puedo creer que haya envejecido tanto en dos meses). O no, porque sigo siendo aficionado al lulz, por lo que puede que suene serio pero no lo sea, o sí. Bueno, ustedes entienden. Creo que voy a cambiar la plantilla por algo todavía más sencillo, cambiar el papel tapiz, una barnizada por allá, colgar nuevos cuadros y cambiar las llaves del lavabo. Mientras pasa, les pido paciencia y feliz Halloween.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Lo que viene siendo el capitalismo

Nosotros en Flaigrod, como miembros de la Comunidad Internacional Proletaria y del Partido Nacional por la Democracia y la Justicia Social abominamos las injusticias del capitalismo, ese ruín sistema económico-político-social que pisotea los derechos de los trabajadores, provoca la destrucción de nuestro planeta por su inherente voracidad, y distorsiona la vida de los seres humanos libres al convertir todo lo que conocen en simples transacciones monetarias. Esto último es lo que más me enfurece. Diario, en mis recorridos por la jungla de asfalto (aunque aquí en Mazatlán más bien es sabana o marisma) veo cómo el Capital se interpone en el camino de la felicidad humana. La búsqueda de la plusvalía se convierte en una obsesión, un monstruo que destruye nuestra capacidad de voltear a ver el sufrimiento de otros. Para muestra un botón:


Se tiene que ser una persona sin escrúpulos para poner un bar a unos doce pasos de un centro de Alcohólicos Anónimos. O un capitalista que no puede desaprovechar la oportunidad de poner un negocio en una zona idónea para ello: esta foto fue captada en plena zona turística. Y en el caso de que el bar hubiera estado allí antes, no dudo que debamos achacar esta situación al Capital. Porque no me imagino que una persona en su sano juicio ponga un grupo de ayuda a tan poca distancia de un antro de tentación. En todo caso, las limitaciones económicas que tienen estas asociaciones juegan en su contra, teniendo que ocupar los espacios que puedan, aunque sea allí, en el foco principal de consumo de bebidas embriagantes.

A pocos pasos de ese lugar me encontré con otro ejemplo de cómo los grandes acumuladores de dinero juegan con nuestras vidas como si nos tratáramos de ciudadanos del SimCity. Un testimonio más de la burbuja inmobiliaria que ha postrado a la economía en la peor de las crisis desde la de 1929. Y es que cuando las burbujas explotan, los ciudadanos de a pie son a los que les salpica el jabón en los ojos:


Vean cómo una casa de tres recámaras se ha devaluado hasta extremos ridículos. Los bienes tangibles tienen un valor ínfimo en esta economía enferma, más preocupada por jugar con cifras desplegadas en un monitor en Nueva York o Hamburgo que en el bienestar de la humanidad. Vean también la maquiavélica forma en la que los adorarores de Kap-Eh-Taal destruyen las oportunidades de la gente común al negarles la educación que podría darles las armas para poder salir de su estado de servidumbre. Pero no más. Aquí en Flaigrod el proletario tendrá siempre un amigo. ¡Hasta la victoria siempre!

lunes, 5 de octubre de 2009

La fuerza de la costumbre

O "Como si la educación fuera a hacerme más inteligente":


Si usted tarda más de 5 segundos en descubrir lo que está mal en esta imagen, consulte a su médico. Por cierto, el sábado este blog cumplió tres años. ¡Felicítenme!