Soy muy descuidado. Se me olvidan las cosas. A veces esas cosas que olvido son importantes, o con un poco de trabajo pueden serlo. Una palabra suelta puede convertirse en un texto de una página por obra y gracia de mis conexiones cerebrales. De hecho eso lo puede hacer cualquiera. La diferencia es que estoy de ocioso lo suficiente para hacerlo. Así que para no perder frases o situaciones o pensamientos sueltos me compré una bonita libreta. En ella atrapo esas partículas de ideas y las dejo reposar allí. De vez en cuando, cuando hojeo la libreta, me encuentro con una de esas partículas, y entonces me acuerdo de lo que quería hacer con ella en el preciso momento en que llegó. Así nace un post en Flaigrod Volksrepublik. Sin anotación primigenia no hay post, o hay uno muy pobre. Y eso me lleva a recordar estas dos pesadas semanas que he permanecido tan desconectado de la ciberrealidad. Resulta que apenas hasta hoy tengo algo parecido a vacaciones. Me la he pasado arreglando trabajos, estudiando y programando. ¿Y la libreta? Bien gracias. Por eso no ha habido movimiento por aquí. Por eso no puedo contar más que cosas aburridas de la vida real, como lo que pasa cuando preguntas mal por un servicio (te gastas 120 pesos más, por lo menos), lo que pasa cuando tienes que entregar un trabajo al día siguiente y no está ni a la mitad (rompes tus hábitos y te duermes a las tres de la madrugada) o lo que pasa cuando te presentas a un examen de programación que más bien parece de mecanografía, precisamente después de una de esas desveladas, y dependes de la capacidad de respuesta de tu lado lógico del cerebro, mermada por las pocas horas de sueño (te sobra un espacio en una línea, te falta serenidad, el proyecto no funciona, y te das de topes con la mesa). O sobre la frustración que resulta después de darte cuenta de lo anterior. O sobre lo que se siente no comer durante once horas, mismas que pasas dentro de la escuela. Pero esas son sólo frivolidades inherentes a ser estudiante y ser descuidado. Cosas que al pasar el tiempo se olvidan y sólo vuelven como imágenes hilarantes. Espero que al final de mis días mi vida no sólo se me presente como una suma de sketches. Sé que no pasará, porque me da por agarrar esas cintas y sobrescribirlas con textos como éste.
Nota al pie: En realidad no fueron dos semanas. Fueron nueve días. El tiempo en Internet pasa muy rápido, pero eso ya lo había dicho antes.
Nota al pie: En realidad no fueron dos semanas. Fueron nueve días. El tiempo en Internet pasa muy rápido, pero eso ya lo había dicho antes.
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