Animado por ese "éxito", he decidido darle a esa anécdota de Flaigrod un poco más de dignidad. Quédense con el proncipio, recién salido del horno, todavia sin pulir, de esta historia.
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Ivan despertó. Fue al baño. Dos metros y treinta y cinco centímetros lo separaban de la puerta, empotrada en el falso suelo de su apartamento. El piso real estaba a doce metros de distancia. Así, flotaba hacia el lavabo, y abrió la llave del agua. Moles de moléculas de agua pasan por el grifo todos los días, y no me había dado cuenta. Sacando cuentas mientras me lavo la cara. Si todos los habitantes de Flaigrod abrimos nuestras llaves al mismo tiempo, y jalamos las palancas de nuestros excusados, ¿en cuánto tiempo nos quedaremos sin agua? ¿De donde viene el agua que moja mi cara? ¿Volverá a su lugar? Ahora la barba. ¿Podría crecer hasta mis pies? ¿Cómo me vería flotando en este apartamento con mi barba de gnomo? ¿Me podría cubrir con ella en mi recámara aérea? ¿Cómo tomarían los transeúntes de abajo a un ser volador que se acurruca en sus propias barbas? ¿Creerían que domina la alquimia de los reactores nucleares? ¿Cómo ven a los reactores nucleares? ¿Como fraguas alquímicas? ¿Confiarían en gnomos para que cuiden los reactores? ¿Y si las barbas se nos atoraran en el mecanismo y lo hicieran estallar? No creo que nadie estaría contento con eso. Yo sí confiaría en gnomos, por lo menos tienen magia y oro. ¿Qué más puedes pedir?
Arreglado y listo, me deslizo por mi jaula de concreto hasta la cocina. ¿Puedo caminar sólo deslizándome? A ver (el sonido de los zapatos despertó al inquilino de abajo, justo a tiempo). ¡Oh, no! Los zapatos son nuevos, se van a gastar. La suela cae, un fino polvo es desprendido de todas las cosas. Debería detenerme, o podría destruir algo. Debería quedarme aquí encerrado, o alguien me destruirá. Yo mismo me desmorono a cada momento, así que no importa, sigamos adelante, pero lentamente (el inquilino de abajo había salido por la puerta de su hogar, y se dirigía corriendo a desayunar. “Rápido, adelante”, era lo único que creemos cruzaba por su pequeña mente).
El olor del aceite en la sartén es delicioso. No se puede hacer nada bueno sin calentarse primero, cuestión de catalizadores. ¿Alguien se habrá envenenado con el peltre de las ollas? El polvo que se despide de estos cubículos de Paracelso en particular es particularmente tóxico para nosotros los gnomos flotantes, atrapados en estas cajitas sin ventilación, que están… ¿colgadas del suelo? En todo caso, no quiero saberlo. No quisiera caerme al cielo, porque no tiene fin. ¿Puede algo caer sin fin? Tú sabes que no, Dr. Chacsvlckask. Sabes que le mientes a tu cerebro. Al menos, me divierto sin tener televisor (cerca, muy cerca de allí, el inquilino casi llegaba a su cita. “Rápido, adelante”, estaba tatuado en su interior como una sola llamada, el único objetivo de su existencia. Era como un color que iluminaba sus entrañas, un gas que ocupaba todo su espacio disponible. “Rápido”, decía la voz antigua de la necesidad. “Adelante”, ordenaba un espectro informe desde lo profundo de su pensamiento, la personificación de la vida).
Está listo. La flama se apaga. ¿Cómo algo que estuvo vivo alguna vez se convierte en el combustible de alguien y en el alimento de otro? Los helechos del carbonífero son quemados para obtener calor en esta era, y los pollos difícilmente son encontrados en estado salvaje, creo. ¿Somos los dueños del mundo? Creo que eso dice que sí, aunque parezca arrogante. Ahora, como amo y señor de mi cubículo cósmico, quiero mi desayuno. ¡Te lo ordeno, brazo, sirve la comida! ¡Tu, servilleta, ven! (El inquilino había llegado a su destino. “Arriba, rápido”, ordenaba el instinto. El problema era el obstáculo, grande y negro, que había frente a él). No se necesita ser un gnomo para hacer magia. Toda la magia que necesito está aquí.
Ivan pisó el suelo en un ademán de fuerza y poder sobre las criaturas que pululaban bajo sus pies. Fue tan fuerte que el suelo crujió. Levantó el zapato, y vio a un ser maltrecho, muerto, retorciéndose confuso en un mar de sensaciones nunca antes sentidas. El dolor llegaba a cada rincón de ese cuerpo marchito, doblegado por las ineludibles corrientes del destino. Su mirada era vidriosa, sus ojos miraban perdidos a la eternidad, que lucía como un punto difuso de luz que se alejaba cada vez más, dejando paso a la soledad, al frío, al silencio, a la muerte. También vio a una cucaracha aplastada (“Arriba, adelante, atrás, atrás, atrás, atrás…” La orden del capataz invisible se perdió en la nada. La nada de las cucarachas es más absoluta que la de los hombres, pero en ese momento, Ivan Chacsvlckask no parecía interesado. Los gnomos, la energía nuclear, las alegorías de murciélagos y de divinidad hogareña, todas sus ensoñaciones y posibles ideas se perdieron, dando paso a la realidad, el objeto que estaba bajo sus pies, y que desde ahora, jamás abandonaría. Porque desde ese momento pertenecía de nuevo a la Tierra. Desolación, incertidumbre, y profundo pavor, era lo que había tomado el lugar de sus fantasías. El golpe de la realidad dolía mucho. ). Dolor, dolor y muerte, muerte inminente, detrás, adelante, “Adelante, rápido”.