Estos últimos días se han puesto de moda los videojuegos. Halo 3 sale en todas partes, y los niños y gamers abusados saben que la temporada del año en la que salen más y mejores juegos acaba de comenzar, por lo que rompen sus alcancías o los bolsillos de sus padres. A pesar de todo, habemos algunos que nos tenemos que rascar con nuestras propias uñas para conseguir dinero y seguirles el paso a ustedes, nerds hedonistas, n00bs sin corazón y Nintendo-Fans recalcitrantes, por lo que tenemos que escoger con mucho cuidado lo que adquirimos (si los Soviets de Flaigrod estuvieran leyendo esto ya me hubieran ejecutado por traidor, antirrevolucionario, revisionista y capitalista). Por ejemplo, desde hace año y medio decidí que iba a conseguir el BioShock. Juego que terminé el viernes pasado. Es una lástima que el final dure veinte segundos, pero importa un comino si te la pasaste bien las otras quince horas ¿o no? Cosas del destino, el malo de la historia tiene el mismo nombre que un actor de los cincuentas, que por cierto, también sacó un disco. Su nombre es Frank Fontaine, y es un verdadero maldito (era, porque está muerto, y me refiero por supuesto al villano de BioShock, no al actor, que por cierto, ya murió).
Por otro lado, el martes compré (mas bien le fui a comprar a mi hermano, que es uno de esos hedonistas sin sentido, maldito) el mentado Halo 3. La caja metálica de la edición de colección raya los discos, y pueden venir sueltos, por si están interesados. Nada más es cuestión de no abandonar la tienda sin abrirlo ante los ojos del encargado. Algo que no hice, por lo que ya no puedo reclamar. En fin, a mi hermano no le importó, al cabo que luego se compra otro. Y mientras él sube de nivel en Xbox Live, yo intento acabar la historia en Heroico (el equivalente de Halo al nivel difícil) ¡Ya voy en la segunda, y no está taaaan difícil! Si, me atoré en una base como meda hora porque no vi un rifle de largo alcance que estaba un poco más atrás y que me hubiera servido para limpiar el terreno, pero creí que iba a tardar más. Ahora bien, mi nivel me aconseja no arriesgarme a probarlo en Legendario (el equivalente de Halo al séptimo círculo del infierno).
Mientras BioShock es en esencia un ejercicio de cómo narrar una historia y una tesis de diseño, Halo es de matar como puedas, y a quien quieras gracias al multijugador. Lo bueno es que BioShock se juega bien también, pero está más fácil. Y Halo 3 es Halo 2 pero en divertido (el 2 me aburrió), así que decidirse entre uno y otro es… BioShoooock! Porque a los nerds les debe gustar la ciencia ficción bien hecha y deben acostumbrarse a filosofar, no solo conformarse con los deathmatchs. Aunque a decir verdad, las ideas de Andrew Ryan (el fundador de Rapture, y por ende, de BioShock) son políticamente incorrectas, por decir lo menos. Pero tan siquiera te ponen a pensar. Y eso es algo que pocos videojuegos pueden decir.
Pero si de todas formas se piensan comprar el Halo 3, que es seguramente lo que harán, no importa, es un buen juego también. Si quieren una reta abundante en palabras obscenas, muertes por escopeta e incomprensión hacia los novatos, mándele una invitación a Wittenbergman. Mi hermano con gusto los atenderá, porque es el que se dedica al Xbox Live. Yo los observaré o si ya estoy asqueado de verlo jugando, me iré a leer al sillón el libro del mes en turno. El de este mes se titula Armas, Gérmenes y Acero, de Jared Diamond. Truco para leer muchos libros rápido: escojan libros de divulgación científica o de historia. ¿Ven que no soy sólo un gamer cualquiera? (Pretensión Total: +9. ¡Subes de nivel!)