Hace algunos meses hice un post sobre las reservas que tenía mi familia acerca del internet. Creí que era una broma, o por lo menos, una de esas leyendas que la gente mayor crea para disuadir comportamientos reprobables, equiparable con los pederastas sobrenaturales o el crecimiento de vello corporal en áreas fisiológicamente imposibles. Pero con la revelación que he recibido hoy, la tela que cubre al engaño se ha rasgado una vez más. Resulta que no sólo las compañías de telecomunicaciones tienen interés en la preservación de PseudoNet, sino la gran empresa energética, que como toda persona informada sabe, es fuente de todo mal. Las cantidades de energía que consume una computadora son considerables. Hecho que hace redituable el movimiento de apoyar el gran fraude de la Red. Los tipos que están toda la noche conectados al eMule, “descargando” contenidos, simplemente están engordando la cuenta de luz de su casa. El interés del sector privado en controlar el suministro eléctrico de este país responde a este hecho. En el futuro, PseudoNet se inmiscuirá en el entramado de la vida cotidiana, afectando las relaciones interpersonales y laborales de la población, así como nuestras actividades cotidianas, todo en pos de un beneficio económico creado por un nicho artificial e inexistente que no soluciona ningún problema real, sino que al contrario, deja a mucha gente indefensa. ¡Abajo PseudoNet!
***
Es absurdo, extravagante, visceral, contradictorio y sin fundamento. Y sin embargo, con las palabras correctas y una estructura adecuada, cualquier sofisma igual de estúpida que ésta, o más estúpida, puede parecer verosímil, e incluso convertirse en verdad (o peor aún, dogma). Pregúntenle a Goebbels. Dudo que los lectores habituales de este blog den crédito a estas afirmaciones, pero, ¿qué tal si escribiera un libro, lo tradujera al inglés y lo vendiera en el Gabacho bajo un seudónimo. Bien podría ser el título: “PseudoNet: La realidad del Ciberespacio”, y abajo en letras pequeñas: “Dr. Phillip G. Haussmann”. O simplemente “PseudoNet” en letras plateadas con un enigmático fondo negro. Tal vez vendería algunos cientos de ejemplares antes de ser descubierto por James Randi o la revista Wired. Sería interesante intentarlo, aunque supongo que la traducción sería un problema.
La diferencia entre el escéptico y el desconfiado irracional es que un escéptico no creerá en algo hasta que tenga las suficientes pruebas para hacerlo, mientras que el desconfiado no creerá aunque las tenga, sino que simplemente seguirá en su dicho hasta que su muy personal esquizofrenia le impida razonar de una manera levemente coherente. Un desconfiado ve conspiraciones y engaños donde sea, y sólo confiará en los pedazos de realidad que le parezcan, a veces elegidos de forma aleatoria, o siguiendo un patrón definido. En casos extremos simplemente los creará. A final de cuentas un desconfiado empedernido es fácilmente convertible en un creyente convencido. Todo lo que hay que hacer es encontrar el punto de quiebre correcto. Después será fácil mantenerlo adentro del sistema que queramos imponerle. Es triste, pero la modernidad ha creado este tipo de personaje en cantidades alarmantes. Los dos lados son deprimentes: primero un paranoico, luego un brainwashed.
4 comentarios:
Agregale una ninfomana y tendras una gran fiesta de por medio
! - a ver, explíqueme eso (aunque una ninfómana, de existir, es una fiesta en sí misma)
Pasa por algo para ti en mi blog!
Si, pk no tengo idea como mencionar tu nombre... o k signifique
Publicar un comentario