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Una vez leí en un National Geographic una frase muy peculiar con motivo de la globalización: “Espero que la humanidad no se convierta en un vecindario antes de que en una hermandad”. Entonces no comprendí el sentido de esa extraña oración. Ahora, varios años después, veo con temor que corro en riesgo de convertirme en un vecino más de esta colonia universal. Encerrados en nuestros acogedores capullos urbanos, rodeados de placeres que hace apenas un siglo eran inimaginables, y unidos al mundo por cordones umbilicales de naturaleza electrónica, el avance de la tecnología ha hecho posible que podamos empezar a prescindir unos de otros, alejándonos, pero no hay que temer, puesto que es por nuestro bien: tu vive tu vida y déjame vivir la mía, después de todo, sólo es una. Así, en el siglo XXI, la especie denominada “ser individual” hace su triunfal aparición como un pariente cercano del homo sapiens sapiens.
El ser individual siempre tiene un escozor dentro de él, un vacío que es normal, puesto que el humano es gregario por naturaleza. Busca la compañía de otros. Así que cada día salimos a la calle con la esperanza de encontrar a alguien con quien platicar. El ser individual, sin embargo, no escucha: habla, y busca identificación. Es de notarse el auge de los clubes, los hobbies, el tiempo libre como algo sagrado. Inmersos en una sociedad altamente competitiva, que nos exige de cada uno de nosotros el 110%, lo mejor y algo más, las horas de ocio son un derecho inalienable del ser productivo. ¿Y qué mejor forma de pasarlas sino satisfaciéndote, o mejor aún, en compañía de otras personas que están “en tu mismo canal”, “en tu onda”? Las visitas al café, al antro, al centro comercial, para conocer gente, son en su misma raíz, una expresión de la soledad que guarda en su interior el hombre moderno.
La cacería comienza. Pero es una cacería diferente a las demás. Ya no vivimos en la era de la brutalidad explícita, sino en la chocante época del esbirro científico llamado darwinismo social: los mejores sobreviven, los peores sólo tienen vagas expectativas de sobrevivir. Las creaciones de la publicidad se han programado en el ser individual de tal manera que empezamos a anunciarnos. Sí, nos ponemos distintivos, marcas, buscamos en todas partes la identidad que no podemos crear nosotros solos. Para eso están las revistas, los comerciales, la TV, la radio, las listas de éxitos, y en fin, todo aquello que las novedades nos ofrecen. Y es que estar a la moda es la mejor carta de presentación.
Es evidente que la gente compra lo más actual, es una tendencia natural. Se puede argumentar fácilmente que es una forma de sacudirse lo viejo, los lastres de formas caducas que impiden desenvolverse bien. En cierta forma es comprensible. El sentimiento de estar a la moda es muy reconfortante. Pero últimamente, se ha convertido en un anhelo mucho muy abstracto, centrado en una figura espectral: “lo nuevo”. El deseo de actualizarse corresponde a una forma irracional de comprar el ser, de adquirir una personalidad, y en última instancia, de poder cambiar de forma según la ocasión. Reino de camaleones, cuyos colores son los que dicta la máquina del comercio y los medios. Una melancólica vida les espera, en el eterno devenir del tiempo: cazar no sólo imagen, sino también juventud, esa rara, efímera y apreciada sustancia que se extingue con el paso de los años. Tratar de encontrarla con sucedáneos sintéticos. Aquí podemos encontrar una pequeña explicación de la cirugía plástica. ¿En realidad es necesario ser hermoso para tener la autoestima alta? Los que así lo afirman, por lo general, son pisoteados en su vida común y corriente, por no estar “bien”. Lo que lastima no es estar “mal”, sino los golpes que se sufren por estarlo.
La segunda parte en unos días, mientras, pónganse a oír buena música. Hoy estoy de humor de algo de My Morning Jacket: Dondante.
3 comentarios:
ho muy buen analisis de la vida moderna carnal.
si pero por su pollo, la gente adquiere productos con ese afan, pero aunque si lo notas y lo masticas un poquitin hay dos tipos de personas en estos rubros, los que lo hacen inconcientemente y a los welles que se les nota la desesperacion por ser aceptados, y para estos dos existe lo mismo, yo como diseñador, soy de los welles que hacen que estos dos tipos de personas compren lo que les venden, y si algunas veces me pregunto si lo que hago es cruel y poco humanitario, pero siempre me respondo con un sabio consejo que me dio mi compa ruperto "A ti que te valga madre", asi que no sufro ni me acongojo, tal vez no salve al munod de una guerra mundial, ni tampoco resuelba el problema de la ambruna mundial, ni mucho menos descubrire quien mato a colosio, pero de lo que si estoy seguro, es de que hare esta vida un mundo mas falso, PERO FELIZ!!!.
Estoy a la moda, tengo un Wii.
Fat Mike dijo:
"You´re Wrong"
No porque estés mal, sino porque nadie esta bien
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