¡Hola! Sí, amigos que están del otro lado del monitor: ésta es una entrada nueva. Pueden dejar de frotarse los ojos. He estado bastante ocupado durante las últimas dos semanas: tareas, trabajos, proyectos, ir y venir de la escuela, hasta prospectos laborales, y por ello he dejado el blog más tirado que de costumbre. Pero apuesto que a ustedes no les interesa en lo más mínimo mi vida real, del mismo modo en que a mí me interesa contárselas. Para qué aburrirlos.
Lo que me interesa contarles es lo que me hace pensar la vida real, y el otro día mientras trataba de oír algo con mi iPod vino a mí: El mundo está desmoronándose. Bueno, eso ya lo sabía, porque cualquiera que tenga ojos para ver las noticias, oídos para escuchar las historias de la gente con los policías, y cerebro para rellenar los espacios vacíos puede darse cuenta de ello. Pero esta vez era palpable. No era fruto de meditaciones profundas: lo tenía en mis orejas. Para ser precisos, en los plastiquitos con los que trataba de oír mi iPod, y en mi iPod. Es una desfachatez que te quieran cobrar seiscientos pesos por unos audífonos oficiales si tienen la misma calidad que un trozo de papel masticado. Sólo así puedo describir a esas cositas que me duraron 4 meses (las que venían con el aparato). Una de dos: o yo soy un descuidado o las cosas son de mala calidad. Obviamente yo no soy el del problema, porque el cliente siempre tiene la razón, así que es de Apple. Méndigo Steve Jobs: su único talento es hablar bonito. Gente con su labia me molesta y pienso que debería ser licuada viva. No abundaré más en su persona porque no es el momento adecuado. Es el enigma de la semana para mí: las cosas son más avanzadas que hace treinta años, pero en cierto sentido son más frágiles. A lo mejor un mp3 de titanio aguanta todo, pero cuando se acaben las recargas de la batería de litio, adiós. Debe haber un proceso para que las cambien, pero ha de ser demasiado engorroso con el fin de azuzar a las personas a comprar más. Total, qué son $3000 pesos a dieciocho meses. A veces pienso que los antiguos, con sus baterías reemplazables, habían acertado. La tecnología es preciosa, pero está cada vez mejor adaptada a las necesidades del fabricante y no del cliente. Una tele de LCD debería estar reforzada contra bombardeos: sólo así se compensaría el hecho de que si se descompone el display puede ser más barato comprar otro que arreglar ese. Seguiré con esto en otra ocasión. Sólo quiero decirles algo: si la gente es cada vez más estúpida y la tecnología es cada vez más complicada, habrá un punto de quiebre muy feo. Los dejo con ese bello pensamiento, porque con eso empezaremos la póxima vez (que haya un post normal, porque el que sigue es el top del domingo: películas tan malas que son buenas).
1 comentario:
Ay, pero si Steve Jobs está bien guapo...
Y SU PINCHE MACBOOK AIR ES UNA PUTA MIERDA
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