Tenía que hacer el trabajo más importante de fin de cursos (el más importante porque era el último) y en lugar de entregarme a un frenesí de teclazos y dejar que la inspiración fluyera por mi sistema, me dediqué por horas a vagar por Internet. Y llegué a "Marienbad My Love", o la novela más larga que se haya escrito. No la busquen en su librería de confianza, que no la encontrarán. Por el bien de nuestro frágil planeta, no se encuentra en forma impresa; sin embargo, pueden descargar el escrito completo de la página oficial, todas sus más de tres mil páginas (de Word) y doce millones de palabras en perfecto inglés. Otros récords: la palabra más larga, de más de cuatro millones de letras: el nombre de DIOS. La oración más larga: 3 millones de palabras. ¿Monumento al ocio y la obstinación, o una obra de arte? Yo no pude terminar de leer ni el título, de 61 páginas (eso sí, en Times New Roman 16), pero lo intentaré de nuevo, aunque el mismo autor nos advierte: no quiere escribir la mejor novela, sólo la más larga, y parece que lo logró; con un poco de trampa, pero lo logró. Y si tomamos en cuenta el teorema de los infinitos monos o la Biblioteca de Babel, en tal volumen de texto debe haber por lo menos algunos fragmentos realmente luminosos, perlas escondidas a nuestros ojos habituados a la narrativa convencional, teniendo más a su favor el hecho de ser un texto coherente y no lineas de letras aleatoriamente escritas.
A lo que voy es que lejos de admirar su obra, respeto a este outsider de Texas porque a lo largo de veinte años tejió este libro-monstruo repleto de referencias al cine y a la ciencia ficción, a la historia y a la religión, al diccionario y a la artritis. Para los que no nos atrevemos a poner nuestras ficciones por escrito por miedo a parecer ridículos o sin talento, este tipo nos demuestra que esas consideraciones son tonterías. Sólo hacen falta cojones y muchas horas-nalga. Muchas. Por lo que si él pudo hacer su sueño realidad (y ser leído, hasta ser tomado en cuenta en Wikipedia, aunque todavía no tiene su artículo), ¿qué importa lo que te diga la gente y lo que te tardes en lograrlo? Don Mark Leach, ya puede ir vendiendo su historia de superación personal, o esperar sentado a que Robin Williams recreé su historia, o ya tan siquiera un grupo de documentalistas, de esos que concursan en Sundance vayan a entrevistarlo. Todos nosotros, mientras tanto, podemos ayudar a hacer a el maestro Leach el nuevo héroe de Internet, o ya tan siquiera decir cuando salga la película: "yo ya me la sabía".
A lo que voy es que lejos de admirar su obra, respeto a este outsider de Texas porque a lo largo de veinte años tejió este libro-monstruo repleto de referencias al cine y a la ciencia ficción, a la historia y a la religión, al diccionario y a la artritis. Para los que no nos atrevemos a poner nuestras ficciones por escrito por miedo a parecer ridículos o sin talento, este tipo nos demuestra que esas consideraciones son tonterías. Sólo hacen falta cojones y muchas horas-nalga. Muchas. Por lo que si él pudo hacer su sueño realidad (y ser leído, hasta ser tomado en cuenta en Wikipedia, aunque todavía no tiene su artículo), ¿qué importa lo que te diga la gente y lo que te tardes en lograrlo? Don Mark Leach, ya puede ir vendiendo su historia de superación personal, o esperar sentado a que Robin Williams recreé su historia, o ya tan siquiera un grupo de documentalistas, de esos que concursan en Sundance vayan a entrevistarlo. Todos nosotros, mientras tanto, podemos ayudar a hacer a el maestro Leach el nuevo héroe de Internet, o ya tan siquiera decir cuando salga la película: "yo ya me la sabía".
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