El lunes iba caminando tranquilamente por el malecón rumbo a la escuela, mirando hacia el frente como todos los días, pensando en lo que había soñado como cada vez que puedo recordarlo. Cuando estaba a medio camino, un extraño que estaba quitándole el rocío a su auto empieza a hablarme. Yo no lo reconozco, y de hecho ni entiendo sus palabras, así que sigo caminando. Pero el extraño sigue tratando de hacer conversación:
- ¡Hey, ven! – dice el tipo agitando un paño blanco - ¿A dónde vas? ¿A dónde vas? ¡Hey!
- ¿Qué? ¿Qué? – digo con un gesto estilo “habla más fuerte” + “qué raro” + “ya deja de estar jorobando”, cuando alcanzo a entender lo que dice – A la escuela.
Estaba cerca de retirarme del área en la que podía escucharlo, pero entonces me dice: “¡Ven!” con un tono que malinterpreto como “ocupo ayuda”, y pues como Mazatlán es una ciudad turística me presto a auxiliar al visitante. Sigue el siguiente diálogo:
- ¿Qué onda? – dice el extraño.
- Hola – respondo algo extrañado, pues me saluda como si me conociera de toda la vida.
- ¿Vamos a dar una vuelta? – En este momento, miré fijamente a este ser. Sus ojos me decían que me conocía, o que quería que lo creyera. O simplemente que me sintiera en confianza. A ver: un auto rojo, con música alta, un extraño y este extraño parpadeo rojo junto con el congelamiento de la escena me hizo saber que estaba en un caso de peligro estilo Chabelo, y como él me enseñó en mi niñez, tenía que alejarme y contárselo a un adulto.
- No, es que voy a la escuela – digo tratando de controlarme.
- Ándale, vamos a dar la vuelta y luego a la escuela.
Obviamente algo andaba mal, no se necesita ser muy inteligente para descubrirlo. En ese momento me interesaba un comino sus motivos para meterme a su auto. Sólo me interesaba salir de allí.
- No, es que ya está cerca.
- Ándale, vamos.
- No, es que tengo que ir… (cacofonías) – Hago maniobras evasivas mientras el tipo se queda cerca en donde está, con el pañuelo en la mano. Luego me largo de allí con el mismo paso con el que llegué, miro hacia atrás, y el extraño se me queda viendo un segundo para después seguir tallando su auto.
Seguí mi camino tratando de encontrar explicación a este incidente. ¿Quién era el extraño? ¿Sería un trasnochado del domingo que se había quedado muy arriba, volando en el séptimo cielo y queriendo seguir la fiesta, increpó al primero que pasó? ¿Un asesino serial en busca de víctimas no muy astuto, tal vez en su primer killing spree, o un secuestrador exprés que creía que tenía dinero? ¿Un gay que me vio cara de open mind, tal vez también en su primer killing spree? ¿Una fantasía delirante provocada por la oscuridad de la madrugada y mis ganas de dormir? ¿O simplemente una persona que me vio en la calle, me conoció de algún lado y quería departir un rato, actualizarse y luego despedirse? Tuve en la punta de la lengua decirle “Es que no te conozco”, y pedirle que me refrescara la memoria, pero lo consideré peligroso, porque al preguntarle eso a una persona que va a secuestrarte o matarte, al verse ante la posibilidad de perder el elemento sorpresa, dejaría de ser tan gentil, y simplemente te encañonaría y te echaría en su asiento trasero. A mi favor tenía los corredores de madrugada y que ya era de día, pero decidí no arriesgarme. Aparte, empezó a hablarme después de que pasó una patrulla…
En todo caso, he seguido pasando por allí toda la semana y no lo he vuelto a ver, lo cual es buena señal, o mala, porque podría seguir asechándome, siguiéndome en su auto rojo, escondiéndose entre los estudiantes, interviniendo el teléfono y hurgando en mi basura. Si dejo de postear en mucho tiempo sin dar una explicación o sin despedirme, entonces habré desaparecido de este mundo, y seguro él tendrá la culpa. Entonces sabré que tuve razón en pensar mal. Pero no ha pasado nada, y me pregunto si no le hice una grosería a un amigo. Todo su semblante me decía que me conocía, o por lo menos, que intentaba crearme confianza, ya lo dije. El misterio del extraño del auto rojo me perseguirá por el resto de mi vida. Tal vez tengo una segunda oportunidad, o un amigo menos. Eso nunca lo sabré.
- ¡Hey, ven! – dice el tipo agitando un paño blanco - ¿A dónde vas? ¿A dónde vas? ¡Hey!
- ¿Qué? ¿Qué? – digo con un gesto estilo “habla más fuerte” + “qué raro” + “ya deja de estar jorobando”, cuando alcanzo a entender lo que dice – A la escuela.
Estaba cerca de retirarme del área en la que podía escucharlo, pero entonces me dice: “¡Ven!” con un tono que malinterpreto como “ocupo ayuda”, y pues como Mazatlán es una ciudad turística me presto a auxiliar al visitante. Sigue el siguiente diálogo:
- ¿Qué onda? – dice el extraño.
- Hola – respondo algo extrañado, pues me saluda como si me conociera de toda la vida.
- ¿Vamos a dar una vuelta? – En este momento, miré fijamente a este ser. Sus ojos me decían que me conocía, o que quería que lo creyera. O simplemente que me sintiera en confianza. A ver: un auto rojo, con música alta, un extraño y este extraño parpadeo rojo junto con el congelamiento de la escena me hizo saber que estaba en un caso de peligro estilo Chabelo, y como él me enseñó en mi niñez, tenía que alejarme y contárselo a un adulto.
- No, es que voy a la escuela – digo tratando de controlarme.
- Ándale, vamos a dar la vuelta y luego a la escuela.
Obviamente algo andaba mal, no se necesita ser muy inteligente para descubrirlo. En ese momento me interesaba un comino sus motivos para meterme a su auto. Sólo me interesaba salir de allí.
- No, es que ya está cerca.
- Ándale, vamos.
- No, es que tengo que ir… (cacofonías) – Hago maniobras evasivas mientras el tipo se queda cerca en donde está, con el pañuelo en la mano. Luego me largo de allí con el mismo paso con el que llegué, miro hacia atrás, y el extraño se me queda viendo un segundo para después seguir tallando su auto.
Seguí mi camino tratando de encontrar explicación a este incidente. ¿Quién era el extraño? ¿Sería un trasnochado del domingo que se había quedado muy arriba, volando en el séptimo cielo y queriendo seguir la fiesta, increpó al primero que pasó? ¿Un asesino serial en busca de víctimas no muy astuto, tal vez en su primer killing spree, o un secuestrador exprés que creía que tenía dinero? ¿Un gay que me vio cara de open mind, tal vez también en su primer killing spree? ¿Una fantasía delirante provocada por la oscuridad de la madrugada y mis ganas de dormir? ¿O simplemente una persona que me vio en la calle, me conoció de algún lado y quería departir un rato, actualizarse y luego despedirse? Tuve en la punta de la lengua decirle “Es que no te conozco”, y pedirle que me refrescara la memoria, pero lo consideré peligroso, porque al preguntarle eso a una persona que va a secuestrarte o matarte, al verse ante la posibilidad de perder el elemento sorpresa, dejaría de ser tan gentil, y simplemente te encañonaría y te echaría en su asiento trasero. A mi favor tenía los corredores de madrugada y que ya era de día, pero decidí no arriesgarme. Aparte, empezó a hablarme después de que pasó una patrulla…
En todo caso, he seguido pasando por allí toda la semana y no lo he vuelto a ver, lo cual es buena señal, o mala, porque podría seguir asechándome, siguiéndome en su auto rojo, escondiéndose entre los estudiantes, interviniendo el teléfono y hurgando en mi basura. Si dejo de postear en mucho tiempo sin dar una explicación o sin despedirme, entonces habré desaparecido de este mundo, y seguro él tendrá la culpa. Entonces sabré que tuve razón en pensar mal. Pero no ha pasado nada, y me pregunto si no le hice una grosería a un amigo. Todo su semblante me decía que me conocía, o por lo menos, que intentaba crearme confianza, ya lo dije. El misterio del extraño del auto rojo me perseguirá por el resto de mi vida. Tal vez tengo una segunda oportunidad, o un amigo menos. Eso nunca lo sabré.
4 comentarios:
muhahahahhahaha que curioso, esas cosas suelen ocurrir, en lo personal doy el corton rapido sin pensar que ocurre, pero tanta insistencia en el tipo de rojo da muy mala espina, esperemos solo sea un borrachin que nisiquiera recuerde haberte visto y no un asesino nivel 22 de los que secuestran y torturan.
y recuerden niños MUCHO OCLAYO Y CUENTASELO A LA VIEJA MAS CHISMOSA QUE TENGAS.
jajajajja peligro estilo hcabelo, jajajajajajaja, me rei como 2.9 segundos con eso, jjajaja, ojo mi cuate
A mi también me ha pasado, y voto por que era algun jotito que te echo el ojo y vio si pegaba el chicle, bueno, esos casos ya me han tocado.
Y yo que tu, no se lo seguía contando a nadie por que te van a dar carrilla de levantarle pasiones a los suavecitos jajaja...
Ntc, es cotorreo. Salu2
volvi
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