Una MP-44 real. En CoD 2 es gris y pesa una tonelada. (Tomada de www.cod.alliancze.org)
Por primera vez, gané en un enfrentamiento virtual de cualquier especie. Fue un gran enfrentamiento en un bunker alemán, una de las arenas para deathmatch de Call Of Duty 2. Ahora puedo perder tranquilo. Porque no importa qué tan grande sea la próxima tunda, no importa qué tantos snipers haya regados por el mapa, sé en mi mente y mi corazón que por una vez probé las mieles del triunfo, por una vez gané, y por lo tanto, puedo hacerlo en cualquier momento. Y ayudado de una ametralladora MP-44, cualquier cosa puede pasar. Solo me siento algo culpable porque siempre escojo ser nazi, pero es divertido ser el antagonista.
También aprovecho la oportunidad para decir que soy un aficionado casi morboso de los videojuegos. A lo mejor tiene que ver con el hecho de que cuando era niño jamás probé uno, y por eso hasta ahora he empezado a jugar, pero no importa. Lo digo por que a veces van a tener que soportar mis devaneos sobre el tema, pero me excuso diciendo que hay freaks que rayan en la locura por su afición. Pronto pondré pruebas. Mientras tanto, y por que es fin de semana para acomodar ideas (y para hacer tareas), y sobre todo, por que tengo algo de pereza hoy, aquí queda una vista de un juego que, aunque lo conocí hace muy poco, ya lo extraño demasiado: The Elder Scrolls III: Morrowind.
Una callejuela de Balmora. A la derecha, el Figther's Guild local. A la izquierda, una librería, y en el fondo el templo. Ahh, los recuerdos.
(Tomada de www.abiro.com/lab/morrowind.php. Tiene una galería de más de 400 fotos)
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