Veo en las noticias una historia acerca de los maestros de Oaxaca. Son unos belicosos agremiados de un sindicato que mantiene secuestrada a esa ciudad patrimonio de la humanidad. Ojeo de pasada otra historia acerca de los maestros de Oaxaca. Son rehenes de un sindicato corrupto que los mueve como peones en un inmenso ajedrez político. Oigo de pasada otra historia acerca de los maestros de Oaxaca. Son una expresión de una realidad soslayada por el gobierno, una presión interna insufrible que ha llegado al límite y empieza a soltar chorros de conflicto. La situación del país es un torrente embalsado por una represa gubernamental cada vez más débil. No estoy aquí para expresar mi sentir sobre la política de México (eso queda para otra ocasión) sino para documentar un fenómeno que se me hace por demás curioso: la incertidumbre de la verdad.
La verdad absoluta no puede alcanzarse. Uno sólo puede aproximarse a ella lo más que pueda. En la realidad, la única forma de conocer la realidad es siendo parte de ella, y a veces ni siquiera así. Las costumbres, por ejemplo. Nadie sabe cuándo iniciaron ni cómo fue que se llegó a ellas. En el mejor de los casos los investigadores dedican largos años de estudio para tratar de indagar sobre su origen. Ellos están concientes de que sus teorías serán válidas hasta que se demuestre lo contrario. Eso es cuando de verdad no se conoce la verdad. Nosotros vemos algo, por ejemplo, un par de borrachos pelean en la calle. ¿Por qué lo hacen? “Por que están borrachos”. No le damos importancia y nos vamos de allí. De repente, un grupo de curiosos rodea a los tipos, y uno de ellos, con una devoción absoluta por la paz y el lucimiento personal (¿quién sabe? Puede ser que sólo sea un tercero en discordia. Eso nunca lo sabremos) trata de hacerlos entrar en razón, de separarlos. La curiosidad lo embarga y les pregunta el porqué de su discordia, a lo que ellos responden con una confusa retahíla de razones, de hechos inconexos y de recuerdos equivocados. Tal vez esto se arregle solo. Pero, ¿quién sabe la verdad? En realidad, nadie. Como digo, eso es cuando en serio no se conoce la verdad. Nos confundimos fácilmente. Una palabra amable, una oración medianamente coherente y gramaticalmente correcta, y ya estamos en el bolsillo de alguien. En otras ocasiones, la realidad es tan evidente, que podemos dibujarla con facilidad con unas pocas pistas de ella. Es entonces cuando entra en acción la mentira. Ya dije arriba que es fácil confundirse. Pero, ¿y qué tal si este mecanismo está en automático siempre, o si la verdad permanece oculta mucho tiempo? En ese caso, se logra nublar permanentemente.
En 1984, George Orwell describe uno de los métodos con los que se puede ocultar la verdad: simplemente suprimiéndola. Si la verdad interior, la que existe en la memoria, no puede sustentarse con nada, ¿existe acaso? Si la historia es lo que está plasmado en los libros ¿rescribiéndolos es posible cambiarla? La verdad, esa propiedad intangible del ser, es tan escurridiza como el aire. El imperio Romano podría desaparecer tan sólo destruyéndolo hoy. Igual Gandhi, o Hitler. Igualmente, si no se puede verificar la verdad de lo que se cree, ¿cómo estar seguro de que es correcto? Tal vez preguntarse sobre lo correcto o lo incorrecto sea erróneo, puesto que la verdad le pertenece a cada quien y uno es libre de creer lo que quiera. ¿Eso entonces no nos convierte en una masa de seres que por ser únicos, en realidad están desorientados y solos? ¿Solo así es posible vivir con la absoluta certeza? La serpiente se muerde la cola cada vez que trato de pensar en esto, e inevitablemente, una pregunta lleva a otra. Tal vez esa sea la verdadera forma de encontrar la realidad.
1 comentario:
¿La verdad? ¿Quieres la verdad? ¡Tu no puedes soportar la verdad!
Célebre linea que forma parte del acervo de cultura popular implantada de manera cuasi genética en nuestras cabezas. Algunos tuvieron la suerte de ver la película.
Estaba a punto de meterme en el subjetivo caso de lo que es verdad y de lo que no. Pero tomando una hoja de tu libro (¿o debería decir una entrada de tu blog?) eso lo dejaremos para otra ocasión.
Hay varias verdades que han dormido por anos, milenios quizá, en el rincón de las sombras, pero eventualmente resurgen, vestidas y escandaladas. Espero que o falte poco para revelar la verdadera cara de Atenco. Partiendo de que dificilmente nos salimos de una o dos corporaciones que dominan la información en este pais, y de que las otras llegan a tender al amarillimso extremo. No será hasta que la verdad esté lo suficientemente enterrada para que a alguien le de la gana ir por las palas.
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