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miércoles, 3 de junio de 2009

Lo que aprendí con Battlestar Galactica

Acabo de terminar de ver la primera temporada de Battlestar Galactica. En mi casa dicen que en lugar de estar viendo cosas con naves y escenas de sexo mejor debería ver algo más “para jóvenes”. Ya saben, algo “con mensaje”. Pero si se pusieran a ver este programa de navecitas y robots se darían cuenta de que si se aprenden muchas cosas:

Hasta en el fin del mundo, lo importante es "el hueso"


La flota colonial viaja por el espacio huyendo de los Cylons que acaban de destruir a casi toda la humanidad, y buscando la mítica Tierra. Cualquier error conducirá a la raza humana a la extinción. Recursos limitados, una situación desmoralizante, el miedo por no saber quién es humano y quién es una “tostadora” ¿Y de qué se preocupa la gente? De que el gobierno sea legítimo. Conozcan a Tom Zarek, el AMLO del espacio. Claro, con la salvedad de que éste sólo hace declaraciones explosivas, y Zarek pone bombas de verdad (Ja ja ja…, si, voy a azotarme cien veces por eso). Esta pústula infecta que merece todo mi desprecio, hemorroide maloliente, engendro de Satán, siervo de Baal, moco de Bush Hijo, es un terrorista venido a menos, y nada más por saber hablar bonito sobre la libertad y la igualdad hasta lo nominan para vicepresidente. Hasta anda pensando en la grande, para disfrutar de la bella vista desde el Colonial One. Digno de una curul en la Cámara de Diputados.

La religión sólo trae problemas

La causa de todos los problemas de los humanos en BSG viene de lo que Richard Dawkins llama el virus de la fe. Los Cylon persiguen sobre todo una cosa: ser dignos de DIOS. Ellos creen que los humanos no lo son, por lo que deben ser destruidos (o sustituidos por otra cosa). Laura Roslin (La señora pesidenta de lo que queda de las Doce Colonias) toma medicamentos naturistas que le provocan alucinaciones. En lugar de hablarlo con su médico lo hace con una sacerdotisa que las interpreta como señales del destino, dándole ínfulas de profeta elegida por los señores de Kobol, tal como dice en las Sagradas Escrituras. En lugar de documentales y libros, bien se podría convencer a la gente de lo mala que es la religión con esta serie.

Las leyes de la robótica son lo más valioso que tenemos


Puede que jamás podamos tener naves que crucen el espacio en segundos, pero sí podremos tener Cylon-esclavas y Cylon-esclavos gracias a las leyes de la robótica, que obligan a los robots a no dañar a ningún ser humano ni permitir que sufran daño, y a siempre obedecer a los humanos en todo, siempre que no se rompa con lo primero. Gracias a Isaac Asimov no sufriremos con terroristas robot, ni rebelión cromada, ni ideas místicas locuaces. En su lugar estará un ejército de seres serviles con un profundo deseo de hacer su trabajo. No cambiaría eso ni por la Estrella de la Muerte.

La propaganda puede tomar formas insospechadas


Las Trece Colonias de la humanidad (Los doce mundos coloniales mas la Tierra) fueron fundadas por los dioses de Kobol (A los que no les suene de nada, clic aquí). Los esclavos Cylon son una amenaza que destruirá a la humanidad en la primera oportunidad, diciendo que DIOS está de su parte. Y como lucen como nosotros, cualquiera podría ser uno de ellos. Con todas estas “referencias” mi conspiranómetro zumba como loco. O esto es un plan del Imperio o parte de una conspiración juedo-masónica-bolchevique para imprimir arquetipos en las mentes de los que ven esta serie para que estén a favor de la “guerra contra el terror” o es una gran metáfora del mundo después del 11-S

Y esto último es un ejemplo de lo más importante que aprendí: la fantasía es para idiotas. ¿Quién necesita historias de elfos y magia cuando tenemos robots e intriga? A la porra con Harry Potter. Pónganse a leer Fundanción.

1 comentario:

Unknown dijo...

Es una gran metafóra del Mundo y Estados Unidos post 11 Septiembre, ya te lo digo yo ;).