



Es increíble que un simple juego de cartas tenga tanta emoción. Uno siempre me ha gustado, y su encarnación electrónica no desmerece en nada. Sin embardo, el videochat sigue siendo una ventana a las malas posturas y costumbres de los implicados. ¿Qué es eso de andar mostrando los pies por la cámara? Los presentes no sabemos nada de pedomancia o callos y juanetes, así que no nos involucren, y sigan jugando. Aunque por mí está bien siempre y cuando me dejen entrar en sus partidas, eso hasta que me consiga xbox-amigos, o aprenda inglés.
GEARS OF WAR
Por fin este esperado juego ha visto la luz. Yo también la he visto al observar los parajes desolados y ruinosos del planeta Sera. Aunque tendré que esperar a que mi hermano se lo acabe tres veces para jugarlo y achaté la caja de aluminio al sentarme en ella (nota mental: fijarse antes de acostarme EN MI PROPIA CAMA), esos tres segundos de carnicería brutal al estar blandiendo la sierra eléctrica, y el hecho de que el juego se ajusta a la televisión normal, bien va len la pena.
Ayer, después de 3 meses de un fatigoso periplo, o mas bien 146 : 46 : 01 horas, o 955 saves después, mi personaje en The Elder Scrolls IV: Oblivion, conquistó a todos los gremios (guilds) del juego, sacando todos los logros posibles, y por lo tanto, lo declaro terminado. Sí, me faltaron algunas misiones secundarias, pero no importa, ya acabé. Ahora, me siento algo desorientado. Me siento feliz por que por fin pude acabar este monstruo, pero algo triste por que ya no tengo juegos que jugar. Sí, Dead Rising es muy chistoso, pero jamás podré acabarlo, así que no haré el esfuerzo, por ahora. Y de los demás mejor ni hablo. Así, que, ¿qué se hace después de un viaje tan memorable? ¿Ver las fotos? No tomé ninguna. Creo que será mejor planear el próximo. Por lo pronto, aquí queda el video de inicio. Disfrútenlo. Por cierto, la voz del emperador es de Patrick Stewart, mejor conocido por los nerds como el Capitan Jean-Luc Picard de Star Trek, o por el vulgo como el profesor Xavier de las películas de X-Men.
Por primera vez, gané en un enfrentamiento virtual de cualquier especie. Fue un gran enfrentamiento en un bunker alemán, una de las arenas para deathmatch de Call Of Duty 2. Ahora puedo perder tranquilo. Porque no importa qué tan grande sea la próxima tunda, no importa qué tantos snipers haya regados por el mapa, sé en mi mente y mi corazón que por una vez probé las mieles del triunfo, por una vez gané, y por lo tanto, puedo hacerlo en cualquier momento. Y ayudado de una ametralladora MP-44, cualquier cosa puede pasar. Solo me siento algo culpable porque siempre escojo ser nazi, pero es divertido ser el antagonista.
También aprovecho la oportunidad para decir que soy un aficionado casi morboso de los videojuegos. A lo mejor tiene que ver con el hecho de que cuando era niño jamás probé uno, y por eso hasta ahora he empezado a jugar, pero no importa. Lo digo por que a veces van a tener que soportar mis devaneos sobre el tema, pero me excuso diciendo que hay freaks que rayan en la locura por su afición. Pronto pondré pruebas. Mientras tanto, y por que es fin de semana para acomodar ideas (y para hacer tareas), y sobre todo, por que tengo algo de pereza hoy, aquí queda una vista de un juego que, aunque lo conocí hace muy poco, ya lo extraño demasiado: The Elder Scrolls III: Morrowind.