Our Motto:
lunes, 15 de marzo de 2010
Ahora seremos serios (Disculpa No. 4797)
miércoles, 8 de abril de 2009
Pregunta para un ambientalista

viernes, 13 de febrero de 2009
Preguntas para mi confesor (I)

lunes, 27 de octubre de 2008
El fantasma de Grace Hooper
(Advertencia: esta entrada es larga como la cuaresma
La historia va así: El Gobernator quiere cambiar los salarios de todos los trabajadores del estado (concretamente bajarlos), en un ataque de austeridad democrática de esos que conocemos mucho aquí en México. La semana anterior, en otro hecho aparentemente inconexo, el mismo gobierno de California puso a mucho personal en pre-jubilación (o sea, ya no trabajan). Cuando se les da a los nuevos empleados la orden de aplicar los descuentos de las medidas de "responsabilidad hacendaria" a la nómina, horrorizados descubren que toda su sapiencia es inútil para atacar ese problema aparentemente sencillo. ¡Pero si son tan solo unas restas! ¡Mi contador, mi esposa, mi nieto pueden hacerlas! El problema es que nadie sabe como escribirlas: el sistema que controla todas las complejidades de los pagos a los trabajadores es una reliquia de los 70's escrita en COBOL, un bello dialecto informático del que todos han oído, al que todos desestiman por anticuado, pero que temen cruzarse con él por miedo a quedarse engarrotados frente a sus formalismos y estructuras tan apabullantes. Todos los que podrían haber ejecutado esa orden tan sencilla están ahora disfrutando las delicias del pre-retiro. Mientras todos estos chamaquitos empiezan a bajar tutoriales como histéricos para tratar de domar a la bestia y a llorar en los rincones como, miren cómo son las cosas, novatos en Vietnam que sienten (saben) que lo que les tocó es demasiado y no los prepararon para ello, mientras el T-800 desea vengarse de esa SKYNET con olor a naftalina, el espectro de la almirante que diseñó esta maravilla de la verbosidad sonríe en el más allá, satisfecha de que su memoria jamás será olvidada, aunque algo sorprendida de la ironía: su creación debería ser entendida por personas comunes, pero parece que los expertos se dan de topes con la pared.
Es chistoso que la mayoría de los programadores se burle (nos burlemos) de COBOL: si la gente común supiera que las entidades más críticas, aquellas sobre las que se funda nuestra sociedad (bancos, gobiernos, grandes cadenas), detrás de esa máscara de alta tecnología que nos muestran a través de páginas web y el nipper (luego hablaremos de él) siguen dependiendo de él, y que en los grandes centros de estudio ya no se imparte, esta misma gente común nos interpelaría en la calle llamándonos irresponsables, niños que juegan en la arena creyéndose grandes ingenieros. Si supiera que las computadoras donde corren estos sistemas duran años, décadas (sí, décadas) sin tomarse un sólo descanso, se preguntarían extrañados ¿dónde las venden para comprar una? Si supieran que no son mucho más poderosas que las que tienen en su escritorio, y sin embargo pueden con toda la maraña de las transacciones globales de bienes y servicios, se darían cuenta de que es ridículo que una PC se trabe con el Word, o con el Messenger. Pero eso no lo sabrán, ¿verdad? Les seguiremos vendiendo sistemas hechos en .NET, aunque sepamos la de recursos que consumen.
***
En esta historia hay tres lados que quisiera mencionar: el primero, que algo tan importante como COBOL debería ser aprendido por todos, o por lo menos, deberíamos tener esa opción, o una noción de ella. Sí, sé que las posibilidades que un programador recién egresado ponga sus manos en un sistema basado en COBOL o en algún lenguaje así es infinitesimal, pero es real. Aparte es un buen ejercicio de humildad. Sí, lo que hace un behemot escrito en un lenguaje así lo puede hacer otro cualquiera, pero tal vez no sería tan estable, o tan rápido. Los lenguajes de este tipo trabajan con menos capas de abstracción. Parecen complicados porque son tediosos de teclear, pero en realidad no lo son. ¿Qué tendría que hacer un pobre cristiano que quisiera hacer una transacción de fondos de un banco en C#? Objetos tras objetos tras objetos, cosa que no sucede en COBOL: Diseñado en la era de las tarjetas perforadas, prácticamente manipulaba la información directamente. La lección de humildad es: no necesitas tantas cosas, hombre. Esto mas eso es aquello. Y aparte, puedes esperar sentado a que tu programa en C# se abra paso a través de todas las clases necesarias para hacer una transacción.
Lo segundo (que en realidad es continuación de lo primero) es que esto de los lenguajes importantes pero olvidados por el ímpetu de seguir la última moda no ha dejado atrás a COBOL solamente: casi todas las personas que conozco no se atreverían a pensar siquiera en hacer un sistema en C o C++. Estamos hablando de lenguajes probados, famosos, respetados, indudablemente usados, pero que no queremos aprender, y mucho menos usar, por el simple hecho de no tener un IDE bonito a nuestra disposición, o por que nada más no se oye en la "vida real" que alguien lo use. Las probabilidades de encontrarse con una aplicación en C o C++ no son tan bajas; cualquiera puede bajar el código de un programa open source cualquiera. Yo cuando leí el código del programita que me permitía jugar Sudoku me fui para atrás. No podía concebir que alguien pudiera haberlo creado desde cero. Todavía no lo creo. Incluso algo más amigable como Delphi es, por lo menos en mi clase, una cosa espantosa: ¿2002? ¿Win32? Bah, lo de hoy es Linux. Sí, el Linux escrito en C, compañero. No hay que olvidar las bases.
Lo tercero es algo que he tenido en la mente desde hace unos días. A lo mejor no me expreso bien esta vez, pero pienso volver al tema, no se preocupen. El punto es que estamos confiados a que siempre tendremos lo último de lo último, que siempre estaremos avanzando. Durante los últimos 50 años ha sido así, gracias al cielo y la Ley de Moore. Podemos darnos el lujo de olvidar las complejidades de la estructura sobre la que yacen nuestros pobres e intrascendentes programas. Para hacer un reloj checador no es necesario saber cómo funciona mi equipo, que hay un linker y un compilador, qué cómo funciona en realidad un DataSet... todas esas cosas las obviamos. Seguimos programando. Y mientras sigamos con esa actitud, me temo que seremos cada vez menos los que sepan los verdaderos fundamentos de nuestro oficio, y en el caso de que llegue la guerra nuclear o el holocausto zombie y tengamos que reconstruir, ¿quién demonios va a saber cómo? Bueno, sin irme hasta el extremo: nos vamos a convertir en esclavos de nuestras herramientas. Visual Studio hace lo feo y tedioso por ti. Lo que ÉL (los fabricantes) decida que es lo feo y tedioso. Lo que no tienes derecho de ver. Sólo puedes hacer con estos LEGOS lo que viene en la foto. Esa figurita verde es para el pasto, no para los muebles. Y ni se te ocurra hacer tus propias piezas (bueno, en realidad si se pueden hacer componentes para Visual Studio.NET). Bah, ni para qué te tengo que decir eso: ni sabes cómo. Tal vez estoy exagerando y Visual Studio es una herramienta nada más, pero de verdad creo que la manera de enseñar programación en estos días es "Aquí está el diseñador. Haz un ABC (Altas - Bajas - Consultas) y estás del otro lado". Así sin más. Tal vez soy un nerd por exigir saber cómo coños funcionan las cosas, pero quiero pensar que es una queja válida. Porque si supiéramos todas las complejidades que existen detrás de una simple ventanita tal vez, sólo tal vez, se nos podría ocurrir una forma de hacer las cosas más simples, mejores... o regresar a COBOL, al fin y al cabo, todo lo que quiere la gente es sumar y restar.
viernes, 12 de septiembre de 2008
Extraña suerte

Este blog está registrado en Google Analytics. Para los que no sepan qué es, se trata de un servicio que hace estadísticas sobre las visitas a un sitio web en particular. En los tres meses y medio que llevo recopilando información, Flaigrod City 2.0 ha recibido 1263 visitas. Yo esperaba menos. Lo increíble es que ayer entraron 99, convirtiéndose en el día más ajetreado que esta humilde página haya tenido desde quién sabe cuándo. Ayer, 11 de septiembre, que puse ese cartel tan provocador de "Imagine No Religion". Eso me lleva a pensar que la gente quiere sensacionalismo, o por lo menos, cosas que le interesen, o que vengan al caso. No se preocupen, que por aquí seguiremos con nuestra programación habitual, habitualmente irregular. Sólo comparto el dato porque me pareció curioso. Ya me imagino a los 47 norteamericanos (12 de ellos de Texas), atraídos por la foto y/o la línea "feliz 11 de septiembre", y se encontraron el berrinche incomprensible de un adicto a Internet sin su droga. Pero eso también me da qué pensar. ¿Y si le echo más ganitas al blog? Nah, mejor vayan a ALT1040.
jueves, 14 de agosto de 2008
Sound And Vision
Mientras, nosotros tenemos laicismo en las escuelas... y al Compayito. Me pregunto si podemos cambiarles una cosa por la otra. Pero no cabe duda, esto del sonido es una cosa bellísima
sábado, 9 de agosto de 2008
QUE ALGUIEN ME EXPLIQUE!!!
***
Mira, en serio Google lo sabe todo:
Andar en mangas de camisa: Sin el saco propio de la gente decente que usa traje, o más coloquialmente, arremangado y listo para el trabajo
Encojerse de hombros: gesto de "¿y yo qué se?". Cabalístico. Ahora lo que se me hace raro es porqué los monos que salen en los libros se encojen de hombros tan seguido. ¿Esperarán a que el escritor les diga qué hacer? El mundo de la ficción es más complicado de lo que pensaba.
jueves, 7 de agosto de 2008
Hipocondría
Hace unos nueve años, cuando era un muchachito fácilmente impresionable, agarré en el super una Muy Interesante. En una de sus páginas venía la descripción de un experimento de un acelerador de partículas. Lo interesante no era cómo funcionaba, ni para qué servía (tal vez por eso ignoro esas cuestiones hasta el día de hoy). Lo verdaderamente atrayente era lo que podía pasar mal. Se hablaba de que en un choque entre protones o quarks o lo que sea que pusieran a chocar en el acelerador, se produciría energía, más partículas y posiblemente una bolita amarilla. Esa bolita amarilla era un stranglet, un pedazo de materia extraña que tenía el poder de convertir todo lo que tocara en más stranglets, disolviendo lo que se encontrara en su camino. Así, un buen día cualquiera, durante un experimento cualquiera, el fín del mundo llegaría en forma de una aniquilación escalofriante: todo el planeta reducido a una sopa de materia extraña. Lógicamente, me llené de terror. El acelerador sigue funcionando hasta ahora, y sigo siendo un conjunto de átomos bien cohesionados, así que puedo dormir tranquilo. Aunque a veces me acuerdo de esa revistilla, y me culpo a mi mismo por tener curiosidad por esas cosas. Otro niño, uno normal, habría agarrado un dulce y no tendría que pensar en el fin del mundo. Pero no, tenían que interesarme esas cosas. Ahora sabía eso, y tenía un motivo para preocuparme.
Algunos años atrás había sucedido lo del Shoemaker-Levy 9: un cometa que chocó con Júpiter. Pues bien, yo había visto en la tele a un idiota decir que ese impacto crearía un estallido de radiación que eventualmente afectaría a la Tierra, tal vez de modo muy peligroso. Debe entenderse por muy peligroso el fin de la raza humana. Yo entonces no sabía que a los astrólogos no se les debe creer, más si salen en televisión. Era un niño en el que la autoridad podía implantar lo que quisiera. Obviamente, el día del suceso no podía dormir. Al día siguiente seguía allí, vivo y despierto. Lo del cometa fue bastante mejor que con el stranglet: había una hora y una fecha determinada. Con la otra posibilidad podía estar en la escuela y de repente ver con horror cómo los compañeritos de al lado se convertían en neutrones y encantos. O en cualquier otra parte. Eso sí es terror y no tonterías.
Hace unos cinco o seis años me tocó ver en el Aunque Usted No Lo Crea la historia de un tipo al que un buen día lo atacó una bacteria comecarne que terminó con destruir su cara. No puedo acordarme cómo se contagió: sólo sé que se decía que era una bacteria común a la que todos estamos expuestos de vez en cuando, pero que a veces se comporta de formas por demás agresivas. Al día siguiente tuvimos visita de una prima y su bebé. No sé qué tenía que ver una cosa con la otra, pero no quería estar cerca de él. Temía su saliva. Cualquier fluido corporal. Estaba en todas partes. Por algunos minutos sentí lo que Howard Hughes sufrió durante años: un miedo enfermizo a los gérmenes. Y entonces me lo pusieron cerca. Sus babitas tocaron mi mano. Disimuladamente me lavé, pero estuve atento unos días por si aparecía alguna lesión digna de ser atendida por Doogie Houser (no había Dr. House en ese entonces). No paso nada, y de allí en adelante perdí mi miedo a las bacterias comecarne, aunque es curioso, sentí un escozor en la mano.
En estos días se ha puesto de moda el LHC, el mayor acelerador de partículas que se haya construido, no tanto por lo que se espera encontrar allí (que no es poco: nada más el porqué las masa tiene, bueno, masa), sino sobre todo por la bella posibilidad de que en una de tantas colisiones se pueda crear un microagujero negro que poco a poco vaya ganando masa y eventualmente se trague toda la Tierra (o si no, mi DIOS, un stranglet). Si toda mi experiencia anterior con los peligros probables de la ciencia me ha enseñado algo es que no se debe temer a algo que solo es "mínimamente probable", "estadísticamente insignificante" o "basura alarmista". Sin embargo, yo como buen nerd he estado siguiendo esta historia desde hace tiempo, y también, como no, como un buen blando sin criterio que se cree todo si es "mínimamente probable" me he estado preocupando. Ayer hasta me puse a buscar opiniones tranquilizadoras, y afortunadamente no tuve que buscar mucho: están hasta en Wikipedia. Pero hoy me encuentro con esto:
y una noticia en Menéame que dice que es probable que los microagujeros negros sean peligrosos, y eso ha bastado para encender de nuevo mis miedos infantiles. Más por el hecho de que antes era una sola opinión en una revista y nunca me encontré a nadie que la hubiera leído o se hubiera preocupado y ahora en el mundo del Internet, donde te encuentras cualquier cantidad de locos, y en esto tiempos, donde ser geek y preocuparse de estas cosas es cool y socialmente bien visto (por lo menos dentro de Internet) me encuentro con que el LHC es portada, cientos de enlaces a páginas preocupantes y también cientos de comentarios. Entre tanta avalancha de información no sé a quién creerle. Además, en los otros casos me olvidé del asunto pronto, pero Internet es un depósito de información que nada olvida, así que de aquí hasta que el último pseudo-nerd se olvide de la historia seguiré temiendo a que un agujero negro me trague antes de ver a Radiohead en concierto. Gracias a todos ustedes, sabelotodos, voy a tener el mes más largo de mi vida (la cosa empieza el 10 de septiembre). Maldita sea, ¿porqué tengo que saber cosas? Mi hermano es un idiota y ya hasta novia tiene, y yo con saber todo esto de las teorías de Hawking, los dilemas de Dawkins y los garabatos de Plank no consigo nada mas que hipertensión arterial. Pero en fin, es tarde para lamentarse. Pude ser un anestesiado miembro de la sociedad pero desperdicié mi oportunidad. Ahora sólo me queda tratar de calmarme y esperar lo mejor para la raza humana. GRAN DEMONIO.
jueves, 22 de mayo de 2008
Lo que viene siendo la coherencia

Mi pregunta es: ¿la risa que me da al leer este encabezado en voz alta es justificable o es un malentendido? ¿Una frase así puede construirse? ¿Debe el autor de esta perla ser castigado severamente (como espero que haya sido), o debe dársele el trato de los que han hecho su trabajo con “suficiencia” (o sea, no despedirlos al final del mes)? ¿Significa que cualquiera puede ser redactor de una nota o simplemente que soy un talibán ortográfico? Estudiantes de letras y diseño, ayúdenme por favor.
martes, 20 de mayo de 2008
Babel

A mí me gusta programar. El primer lenguaje que aprendí fue C++. Sé que es muy poderoso, pero yo no salí de hacer el arreglo de las diez calificaciones y el promedio. Qué se le va a hacer. Luego vino Java, con su noble idea de usar el mismo código en todas partes, cosa que aplaudo, pero no me agrada la idea de que dependa de una pieza de software especial que es todo menos rápida. Luego vino C#, y es más o menos lo mismo, pero nada más funciona sobre Windows (y sobre hacks). Eso del lado del programa que el usuario ve, porque también está SQL, en su versión Microsoft y en el sabor Sun. Ahora tengo que hacer todo eso pero en Delphi, que es Pascal pero con ventanitas, y tragar HTML (que no es un lenguaje de programación como tal, pero es uno), PHP, CSS, JavaScript, y posiblemente ActionScript, solo para que una página de Internet funcione como debe. Eso no es lo peor: si quiero vivir de mis rentas siendo un celador de mainframes en un banco o en un laboratorio (mas o menos como sacarse la lotería, pero para picateclas) casi nada de eso me servirá porque probablemente todo funcione en COBOL o FORTRAN (C si tenemos suerte), que son como el egipcio y el sumerio en esto de la programación, surgidos después del ensamblador, o proto-indoeuropeo para nuestros amigos que saben de lenguas.
Sin embargo, pese a todo esto, pese a que no importa lo que aprenda siempre estaré dos pasos atrás (nunca se puede estar en la cresta de la ola: es peligroso, el vértigo es arrollador y puede ser mortal), seguiré programando, aunque sea una afrenta a DIOS. Porque somos el pueblo despreciado por todas las naciones de la Tierra. Nuestra labor llena de repugnancia a cualquier ser cuerdo. No en balde eso de las computadoras es cosa del diablo; sólo él pudo inspirar a los nerds para crear un aparato tan complejo e intimidante. Claro, ellos (nosotros) tienen todos los secretos y saben todas las puertas. Es su forma de sentirse superiores. Hemos vuelto dependientes de ellas a la población de ese ingenio mecánico, y lo estamos pagando: luchas inútiles (Linux es mejor, Apple es chido, BASIC es para tontos, COBOL es para viejitos…), reclusión en lugares hostiles (reto a una persona normal pasar una semana en una covacha propia de un departamento de informática), humor horrible y horriblemente técnico (“Eso ni al CASE”), etc. Pero algún día terminaremos nuestra labor, quedando en nuestras manos la prueba irrefutable de que los seres humanos son tan predecibles que sus acciones pueden codificarse en algoritmos. Entonces, seremos iguales al SEÑOR, y ÉL nos destruirá. Entre tanto, seguiremos tecleando.
***
Todo este
miércoles, 30 de abril de 2008
Efemérides
Y hablando de cosas buenas, ya salió GTA IV… en todo el mundo menos en la gloriosa República Mexicana (tal vez tampoco haya salido en Molosia). El motivo: el distribuidor quiso que saliera el 9 de mayo. ¿Por qué? Porque SÍ. Ahora fui a donde lo aparté con la esperanza vana de que me lo dieran y así estar despegado del mundo este puente. Qué ingenuo fui. Espero que los que están detrás de esta afrenta ardan en el infierno, y cuando en mil millones de años su alma sea reducida a cenizas, el diablo se las coma y se pierdan en su recto. Para borrar esa estampa de hemorroides satánicas les dejo a Shirley Manson y Garbage con I Think I’m Paranoid. No, yo no la conozco por Rock Band, no soy un rocker n00b. La conozco por Gran Turismo 2. De casualidad supe su nombre porque alguien estaba tratando de terminar precisamente esa canción en el Rock Band de una tienda justo hoy. (Diablos, tampoco existía YouTube hace tres años. Damos las cosas por sentadas muy rápido).
viernes, 25 de abril de 2008
Simbolismo

Más conocido es el de MySQL. Claro, cómo no estar de su lado si tiene a un delfín de mascota. A todos nos gustan los delfines:

¡Pero espera! Microsoft quiere

Nombre de la imagen: "SQL_Hero"
El cilindro frío y estéril que es la mascota de SQL Server me gusta más. Hay que reconocer que la página en inglés está mejor hecha, teniendo el estilo high-tech acuoso que Microsoft ha estado desplegando desde hace algún tiempo:

Ummm…. Color negro predominante. ¿Un lapsus de la condición Sith que ostenta la compañía desde hace mucho tiempo? Hay más “mensajes” inquietantes de ese tipo. Por ejemplo, el logo de Visual Studio:

Esa cosa colorida que parece un ocho, desde aquí parece un infinito. ¿Símbolo de lo que se puede hacer con la herramienta o del tiempo que planea Microsoft quedarse con el pastel del software? No lo sé. En todo caso, el de SharpDevelop está mejor:

Con tantos mensajes a favor del software libre y en contra de Microsoft la elección es más que obvia… hasta que llegas al mundo real, y te das cuenta que a la gente común no le importan estas nimiedades. Los punks siguen perdiendo. Y sobre eso de limpiar mi compu, pues instalé el AbiWord, pero nada más porque el Word no me dejaba abrir el archico en el que escribo todos mis posts (ya tiene 65 páginas, por si se lo preguntan). Todavía soy muy común. Espero poder cambiar eso.
NOTA: Disculpen este post cripto-informático, pero qué quieren, esto estudio y, oh madre mía, de esto pienso vivir. Sólo les puedo decir que voy a estar tan ajetreado en la escuela durante el año cuatro meses que me queda que eso se va a reflejar aquí inevitablemente. Espero que puedan disculparme, y más aún, soportarme.
martes, 1 de abril de 2008
Never Get Old
¡Hola! Sí, amigos que están del otro lado del monitor: ésta es una entrada nueva. Pueden dejar de frotarse los ojos. He estado bastante ocupado durante las últimas dos semanas: tareas, trabajos, proyectos, ir y venir de la escuela, hasta prospectos laborales, y por ello he dejado el blog más tirado que de costumbre. Pero apuesto que a ustedes no les interesa en lo más mínimo mi vida real, del mismo modo en que a mí me interesa contárselas. Para qué aburrirlos.
Lo que me interesa contarles es lo que me hace pensar la vida real, y el otro día mientras trataba de oír algo con mi iPod vino a mí: El mundo está desmoronándose. Bueno, eso ya lo sabía, porque cualquiera que tenga ojos para ver las noticias, oídos para escuchar las historias de la gente con los policías, y cerebro para rellenar los espacios vacíos puede darse cuenta de ello. Pero esta vez era palpable. No era fruto de meditaciones profundas: lo tenía en mis orejas. Para ser precisos, en los plastiquitos con los que trataba de oír mi iPod, y en mi iPod. Es una desfachatez que te quieran cobrar seiscientos pesos por unos audífonos oficiales si tienen la misma calidad que un trozo de papel masticado. Sólo así puedo describir a esas cositas que me duraron 4 meses (las que venían con el aparato). Una de dos: o yo soy un descuidado o las cosas son de mala calidad. Obviamente yo no soy el del problema, porque el cliente siempre tiene la razón, así que es de Apple. Méndigo Steve Jobs: su único talento es hablar bonito. Gente con su labia me molesta y pienso que debería ser licuada viva. No abundaré más en su persona porque no es el momento adecuado. Es el enigma de la semana para mí: las cosas son más avanzadas que hace treinta años, pero en cierto sentido son más frágiles. A lo mejor un mp3 de titanio aguanta todo, pero cuando se acaben las recargas de la batería de litio, adiós. Debe haber un proceso para que las cambien, pero ha de ser demasiado engorroso con el fin de azuzar a las personas a comprar más. Total, qué son $3000 pesos a dieciocho meses. A veces pienso que los antiguos, con sus baterías reemplazables, habían acertado. La tecnología es preciosa, pero está cada vez mejor adaptada a las necesidades del fabricante y no del cliente. Una tele de LCD debería estar reforzada contra bombardeos: sólo así se compensaría el hecho de que si se descompone el display puede ser más barato comprar otro que arreglar ese. Seguiré con esto en otra ocasión. Sólo quiero decirles algo: si la gente es cada vez más estúpida y la tecnología es cada vez más complicada, habrá un punto de quiebre muy feo. Los dejo con ese bello pensamiento, porque con eso empezaremos la póxima vez (que haya un post normal, porque el que sigue es el top del domingo: películas tan malas que son buenas).
domingo, 2 de marzo de 2008
Razón
Recuerdo (sí, todavía puedo recordar) que una vez le dije a alguien que yo no podía racionalizar demasiado las cosas, o me volvería loco. Él se rió, pero yo sabía de lo que hablaba. Al rato iba a empezar a ver a las personas como ese tipo del cuento de Cortázar, que a veces para divertirse sólo se concentraba en una parte del cuerpo, y se la pasaba un día entero conviviendo con manos, ojos o narices. Al rato iba a obtener poderes místicos y podría ver a través de los objetos; bizquearía para lograr apreciar el movimiento de los pistones de un coche o empezaría a decodificar las páginas web que le llegan a mi computadora por el módem y la línea telefónica sólo con un osciloscopio. A lo mejor me dedicaría a clasificar todos los objetos del mundo real de tal manera que hiciera mi tarea de programador más fácil y a la vez llevar a los ojos de los mortales una visión del mundo de las ideas de Platón, justificando una vez más sus puntos de vista. Eso para empezar. O sea, de una persona común me convertiría en un nerd ambicioso.
Pero después de un tiempo las cosas materiales darían todo de sí y luego seguirían los aspectos morales: no podría comer nada animal, por que estos seres, a pesar de no tener habla, tal vez tendrían conciencia, y no se puede aniquilar a un ser consciente así como así: en este universo lleno de caos, sólo un prodigio de la naturaleza podría dar lugar a un conjunto de materia en un estado ordenado (o menos desordenado que el resto) que es la mente. Después me quejaría de la ineficacia de nuestro sistema capitalista, que condena a millones de personas a la pobreza más abyecta a menos que un día, al señor viejo y calvo dueño de una de las megacorporaciones que están a la cabeza de nuestro escalafón socioeconómico se le aparecieran tres fantasmas y súbitamente se diera cuenta de que hay millones de personas en la pobreza más abyecta. Y ni qué decir de los agentes bursátiles que compran dinero en un lugar y lo venden en otro para crear riqueza sustentada en decimales proyectados en un monitor. O de la voracidad de los accionistas que son dueños de miles de títulos de cientos de empresas, esperando a que suban o les den ganancias. O de cómo una compañía que opera en bolsa puede ver destruido su emporio gracias a un chisme que surja en el momento y el lugar adecuado, contado a las personas correctas, las que puedan crear un pánico de alcances sólo limitados por el miedo de los demás accionistas voraces. Entonces me convertiría de un nerd ambicioso en un anarcopunk izquierdista genérico.
Y ya que hablamos del temor, es aquí cuando el raciocinio cruza esa delgada línea que nos separa de la locura: En última instancia, todos los acontecimientos de la humanidad se deben a un empujoncito en el lugar y momento correctos. Entonces, ¿qué sentido tiene lo que yo haga si de todas partes me están empujando? ¿Cuánto campo me queda a mí para decidir, si de todas maneras mi decisión se verá afectada por lo que Carlos Slim desayunó en la mañana, lo que Claudia Gutiérrez de mercadotecnia diseñó para el espectacular que está cerca de la escuela y por esa piedrita que está en la parada del camión y con la que me tropezaré tarde o temprano, haciéndome olvidar la marcha de mis pensamientos y redirigiéndolos en otra dirección? En ese momento lo que haga o deje de hacer deja de tener sentido, al ser sólo el resultado de un entrechocar de corrientes y contracorrientes cuyos orígenes se pierden en la bruma del tiempo; entonces me deprimo un poco. La pequeña influencia que puedo ejercer en mi propio destino se hace todavía más pequeña. Con ello mi sistema inmunológico se hace un poco más débil y me enfermo. Así empieza otra cadena de razonamiento: Mírate, no sólo eres débil, sino también frágil. Un ser de carne, animal confundido expulsado de manera repulsiva de la matriz de todas las cosas. Tienes que comer, dormir, relacionarte, ¿y todo para qué? Para transmitir tus genes a la siguiente generación. Para agitar todavía más el río de la historia. De repente ser un robot toma sentido, y hasta es deseable. Me deprimo un poco más. Empiezo a soñar con el día en el que pueda descargar mi mente a un mainframe. O comer aminoácidos directamente. Con ello pasaría de un anarcopunk izquierdista genérico a un goth ciberpunk intelectual.
Pero todavía se puede caer más bajo, como cuando Philip K. Dick culminó una existencia de escribir novelas sobre lo que es real y lo que no convirtiéndose en el protagonista de una de esas historias. Lo feo es que empezó a recibir mensajes de DIOS y de seres interdimensionales. Y todo por los efectos de una visita al dentista y los efectos de la anestesia. No podía ser de otra forma: los caminos del SEÑOR son misteriosos, pero todos conducen a ÉL. Debe de haber algún orden en medio de este sin sentido, alguna explicación que no pueda comprender, una variable que todavía no haya tomado en cuenta. No, no puede ser. Las cosas no pueden expresarse en términos tan simples. Mi mente, cansada de tanto pensar, de querer descubrir el hilo negro de todas las cosas, se rinde a la primera explicación teológica que encuentre, no importa si viene del Hare Krishna o de ALLAH o de mis propias reflexiones. En todo caso, la versión de religión que adopte estará tergiversada por años y años de darle vueltas a las cosas, y surgirá un dios extraño, nuevo para el mundo, con sus propios mandamientos y motivos. Será diferente a todo lo conocido, y la única actividad en mi agenda de allí en adelante será seguir su doctrina. Seré su sacerdote y su grey, su Mesías y su pueblo escogido. Tal vez salga a los caminos y a las plazas a predicar, o sólo haré voto de silencio y me comunicaré a través de mis miradas y de figuras que haga con papel de estaño. De cualquier manera, habré pasado de goth ciberpunk intelectual a demente con un brillo especial en los ojos: el de aquellos que se han visto cara a cara con la verdad, y al hacerlo con los ojos desnudos han quedado cegados, incapaces de ver cualquier cosa que no sean las quimeras que viven en su psique. A tientas me desplazo por los pasillos de mi casa y las aceras de la calle, tratando de encontrar sentido a las cosas a través de las pistas que aún puedo percibir, y aquellos fragmentos dispersos que todavía poseo de mi vida anterior.
Moraleja 1: No piensen. No duden. No duden ni pregunten. Eso déjenlo a los suicidas.
Moraleja 2: Si no pueden ceñirse a la moraleja 1, tan siquiera tómense las cosas con calma. Y consigan pareja.
lunes, 28 de enero de 2008
Inteligencia Artificial
Los que leen todos los enlaces que les pongo aquí entre los textos han de haberle picado a la prueba de Turing. Los que tengan flojera de leer, allí les va la explicación: Es un simple examen al que un sistema de IA debe someterse para ver su efectividad. Pasarla significa que el programa ha engañado a un humano al ocultarle que estaba teniendo una conversación con una máquina, y por lo tanto, que la humanidad se encuentra un paso más cerca de su aniquilación. Ninguna IA ha podido completarla de manera satisfactoria, claro, si no se toma en cuenta a la creación de la mafia ucraniana que se hacía pasar por algún tipo de mujer fácil y embaucaba a los desdichados que se dejaban llevar por sus hormonas. No es difícil de creer en una hazaña así, sobre todo por que cuando uno piensa en sexo puede trastabillar de manera espectacular y porque fue creada por rusos, que igual hicieron el Tetris y mantuvieron un castillo de aluminio y piezas de lego en órbita por casi diez años. Mi intención no es glorificar al pueblo eslavo, ni enumerar sus inventos, ni siquiera poner al descubierto qué estúpida puede ser la gente si se deja llevar por sus emociones primarias. Eso será tema de otras anotaciones. Este post está dedicado a un software que nunca pero nunca podría pasar la prueba de Turing, pero que ha agarrado en curva a más de uno seguramente: ese horrible virus que manda mensajes por el Messenger.
Seguramente el creador de este ingenio se dio cuenta de que la mayoría de las personas que usan ese servicio reaccionan en automático al estar frente a una pantalla de conversación. Normalmente, el usuario de Messenger tiene un ansia increíble de contar cosas y un deseo incontrolable de enterarse de otras cosas. A veces para terminar o empezar un chisme es necesaria una foto, como un “paparazzi” de la novia de Juan con el novio de Susana con la novia de María con el novio de Luis, o el oso que hiciste en aquella fiesta de la que sólo recuerdas un vago color verde y la frase “Cinco grados bajo cero”. Muy probablemente, dada la prisa habitual del Messenger, las palabras se cortan y se ponen fuera de lugar, e incluso se dan los mensajes de forma espontánea. Tomando eso en cuenta, se puede acceder a una petición que sea sólo en parte coherente. Cuando menos te lo esperas, ya aceptaste la transferencia, sólo para abrir el archivo y descubrir un autoexec.bat o algo así que es cualquier cosa menos la foto del año. Reclamas la foto y entonces pasa lo inevitable:

La última fue porque se empezó a alentar la computadora. Luego, por algún motivo inexplicable Google se borró y nada más puedes abrir un sitio de hardcore pr0n o “la página no está disponible”. Ya cuando Google desaparece de tu computadora, sabes que las cosas están realmente mal, y que el antivirus, tu amigo el nerd, tu mamá y tus compañeros de Tibia tenían razón: tienes un virus y debes formatear la máquina. Con razón no agarraba la memoria, ni encontraba mis canciones, y cada vez que entraba a Mis Documentos salía una ventana negra que decía “H4CK3D F0R |\/|-K4RN493”.
Tanto choro va para mostrar los intentos de “comunicación” que este virus o malware o como sea que le de deba llamar ha tenido conmigo. Muchos dicen que es difícil manejar una computadora. Un profe nos decía que ahora nada más hay que saber leer. Tenía razón.

Por lo que se lee aquí se puede deducir que en el mundo existe algo llamado MySpace o Facebook (nuestros expertos todavía discuten sobre ello) al que puedes subir fotos, y que todos tenemos el deber de notificar a nuestros amigos de ello. Igual parece que hay una epidemia de "jóvenes entusiastas con deseos de expresarse", que armados con cámaras VGA de celular (porque los archivitos pesan cuando mucho 100 Kb) recorren el mundo capturando imágenes a diestra y siniestra. Lo que puedo sacar más en claro es que las lenguas se fusionan en una sola, que podemos llamar “googlingo”, el idioma de los que quieren escribir en inglés o español o cualquier otro idioma pero les da flojera aprenderlo y usan un traductor automático. Y claro, que en el internet, el idioma no importa, y una foto en MySpace es una foto en MySpace aquí y en Brasil, todo lo cual no está muy lejos de la realidad. Este tipo conoce bien a quién se dirige, pero le hace falta un curso de gramática (o más pericia al programar). Internet como ilusión es un tema más o menos común en este blog, y da para más. Tal vez haga algo especial relacionado con ello en el futuro, por aquello de que estoy cerca de poner el post 100. Mientras, gracias por leer.
lunes, 21 de enero de 2008
o.O


Si se usan en exceso, cualquier plática queda reducida a un combate jeroglífico, a una variante de comunicación por feromonas, o si les gusta, a una mutación ideográfica de Newspeak. Son un complemento, generación iPod, no un estándar. Eso sí, nunca usaré un “k?”. Sería degradarme demasiado. De por sí una parte de mí (lo que creía correcto) murió hoy.
*
¿Y qué canción sería buena? Cuando tenía fotolog (sí, tenía uno, aunque nunca salió una foto mía, se los juro) ponía una recomendación musical al final de cada anotación. Ahora les dejo una probadita de un grupo que encontré de casualidad. "Little Brother", de Art Brut. Que no se me acuse de no hacerle caso a grupos de de menos de 15 años de antigüedad.
martes, 18 de diciembre de 2007
"Políticamente correcto"

La semana pasada me enteré de la existencia de este documental, “El poder de las pesadillas”. Cuenta la historia de la visión ellos vs. nosotros que tanto se ha alimentado tanto del lado de los neoconservadores de Estados Unidos como del extremismo islámico. No todo es culpa de Bush ni de Osama, después de todo. Son peones de un juego más grande: el de evitar que la civilización caiga por la libertad desmedida. Sí, ambos bandos creen que demasiada libertad corrompe, y deben evitarlo, ya sea usando la fuerza del Islam o del mito de America (sin acento, obviamente) como defensora de la democracia. Una idea avasalladora que le deje al individuo bien claro un sistema de moral y que le dé identidad y propósito, cosas que la libertad individual no puede dar. Lo increíble es que estas formas de pensar salgan de personajes obscuros que muy poca gente conoce, y que circunstancias fortuitas y desafortunadas en sus vidas refuercen aún más sus convicciones. Lo que me pareció más interesante de toda esta trama no es el entramado de mentiras y temores infundados que se han ido tejiendo desde los sesentas, porque ya estamos acostumbrados a ver conspiraciones donde sea, sino la idea de que el individuo es demasiado pequeño, y de que una élite deba conducir a las masas. De verdad me impactó que haya gente que crea ese tipo de cosas aún. Los “iluminados” son los tipos más nefastos de personas (si lo sabré yo, que estoy escribiendo esto). Y algo más interesante aún, que no es necesario que una persona predique a multitudes. Basta llegar a las personas correctas. Un grupito es capaz de trastocar la historia completamente. De hecho basta sólo con una, y un instante. Una noche lluviosa, una migraña espantosa, o fijar la vista en un papelito tirado en la calle, pueden desencadenar acontecimientos maravillosos o desastrosos. Yo por eso apunto todo lo que se me ocurre, no vaya a ser que le parezca coherente a alguien correcto… Si los quieren ver, y decirme lo orate de mis conclusiones, aquí están los links:
El poder de las pesadillas I
El poder de las pesadillas II
El poder de las pesadillas III
Y los nombres: Sayyid Qutb (del lado de allá) y Leo Strauss (del lado de acá).
jueves, 6 de diciembre de 2007
Se supone que un blog es para desahogarse (está implícito)
(Perdón por estos balbuceos sin sentido. En el próximo, otras cosas que son mas coherentes, y menos elitistas. Y los dejo oyendo Stay)
domingo, 28 de octubre de 2007
Una historia como tantas

Más de Barry (en inglés). Háganse un favor y pongan este disco en su estéreo/PC/reproductor MP3. Sus oídos se los agradecerán.
viernes, 26 de octubre de 2007
Viaje a Frikilandia (II)
Después de oír la experiencia de un buen amigo mío en ese antro de enajenación llamado Expo Cosplay no puedo sino sentir aún más desprecio por este sistema de cosas actual. A pesar de que trata de matizar su jornada del sábado con humor y nostalgia, entiendo perfectamente de lo que se trata todo esto: el lucro a costa de la enajenación. Antes que nada, no quiero decir que el todo el trabajo de los creadores japoneses persiga ese fin. En el mundo del capital es común que los artistas tengan que ceder a ciertas presiones para que su obra pueda exhibirse. De hecho, algunos ni siquiera hacen esto y se dedican a crear sin concesiones, siendo esas obras ejemplos magníficos de un modo de ver el mundo totalmente diferente al del mundo occidental. Empero, la gran mayoría de los productos salidos de esas salas de animación y restiradores son basura mental, y con tristeza soy testigo de la rentabilidad de producirla.
Un “otaku” es básicamente un coleccionista. Dedica la mayor parte de su tiempo libre en adquirir bienes materiales a cualquier costo: desde recuerdos como llaveros o calcomanías hasta costosas figuras o colecciones completas de discos. Su status frente a los demás compañeros de afición se basa en la cantidad de cosas que posea. Si no tiene muchos recursos económicos tratará de entrar al círculo de los que sí adquiriendo un conocimiento exhaustivo en la materia, rayando en lo enciclopédico. Éste lo obtiene bien leyendo sobre el tema, a través de amigos o adquiriendo reproducciones “ilegales”.
El hecho de adquirir prestigio a través de cosas materiales es una constante de las sociedades de consumo, tanto más en este ámbito social, y es deleznable. Además de que el esfuerzo de conocer de memoria los pormenores de una serie famosa que posiblemente haya sido alargada por las presiones de inversionistas no se traduce en un mejoramiento de la persona, y sólo responde a un deseo de no quedarse atrás en la carrera del progreso. Un sentimiento mecánico, por absurdo y contradictorio que parezca.
En el otaku se da un fenómeno que se repite a lo largo y ancho de la civilización: la destrucción del espíritu humano por complacer a una estructura mercantilista. En los primeros tiempos del libre mercado, los comerciantes se conformaban con lucrar con productos. En estos tiempos se comercia con ideas, se intercambian sensaciones y en cualquier esquina se puede adquirir un sucedáneo de “alma”. El mundo organizado se ha encargado de separar a las personas y de quitarles la capacidad de reflexión para inocular en ellas sustitutos artificiales, acordes a sus intereses, y claro, con un precio. Los otakus son diferentes a otras personas sólo en que fueron capaces de encontrar un lugar al cual pertenecer a través de estas creaciones traídas de Oriente. Llenaron parte de su vacío mental (hay que aceptarlo, todos nosotros tenemos una capacidad mental que necesitamos usar, no sólo porque es útil, es nuestra naturaleza) con historias de héroes legendarios, escenarios post-apocalípticos y galimatías tipográficos. Son parte de la misma audiencia pasiva de siempre, aunque algo más “sofisticada” y “exótica”, adjetivos que bien pueden explicar el éxito de esta corriente de consumo. Los casos de enajenación extrema (como los “cosplayers”) que tanto divierten al vulgo que gusta del espectáculo sensacionalista son fáciles de explicar cuando se toma en cuenta de que este estilo de vida es una creación artificial. Evidentemente son resultado de la extrema debilidad psíquica de personas atrapadas sin remedio en esta espiral de capitalismo voraz. Son los desechos de la sociedad basada en el materialismo: la persona convertida en un objeto, el triunfo de la mercadotecnia. Son ejemplos de lo que puede aguardarnos en un futuro: la humanidad como una masa informe de seres solitarios unidos sólo por símbolos y relaciones comerciales, que necesitarán ruidos estridentes o una luz brillante para evitar la muerte cerebral.
“Me disculpo por las últimas líneas”, me dijo Rufus terminó de hablar. Dijo haber pasado una semana demasiado aletargada mentalmente: “Creo que he pasado demasiado tiempo en América”.
“¿Un consejo algo más aterrizado?” pregunté.
“No todo lo bueno del mundo viene de Japón, ni todo lo que viene de Japón es bueno. Nunca comería pez globo, por ejemplo”.