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martes, 13 de febrero de 2007

Dos discos de a peso + polémica yo-lo-se-todo = n caracteres

Primeramente, ¿de dónde viene la palabra robot? Yo no contestaré esa pregunta, porque ya lo hice en el salón. Ahora lo harán ellos.

Hay en Internet páginas dedicadas para todo. Como por ejemplo, recopilar portadas de acetatos de dudosa procedencia, y cordura. Pero ¿quiénes somos para juzgar a esta gente? Digo, puede haber razones para que la musa de la inspiración vomitara estas cosas, algo de eso salpicó en el suelo y les cayó en la ropa a los valores Bacardí que tenemos aquí.



Esta es una grabación de principios de los 70’s, en el que tres aspirantes a seminaristas rechazados grabaron el primer disco emo de la historia, con tintes de rock cristiano. Esto último les valió el desconocimiento de todos los demás emos, orgullosos de su desconfianza a la humanidad y a sus instituciones. Mas eso no impidió que sus canciones no dejaran (ni dejen) de ser plagiadas por grupos como My Chemical Romance, y más recientemente, Panda. Como podemos apreciar, la imagen emo era más que nada inexistente, y lo único negro en ellos era el acetato de los discos. Tal vez esa también sea una de las causas por las que Freddie Gage y su banda no hayan sido reconocidos en su tiempo, ni en este. Pero los recordamos. Así que cada vez que oigan en la calle “Welcome To The Black Parade”, o “Amantes Sunt Amantes”, recuerden quién lo hizo posible, y su verdadero origen.



En 1946, un científico de la URSS, el doctor Ivan Chacsvlckask, se despertó, miró el techo como siempre, se puso sus pantunflas como todos los días y fue a tomar su desayuno. En la cocina, una cucaracha salió de detrás de la estufa. Ivan la pisó. Entonces, en algún lugar de su cerebro, tal vez cerca de la zona que nos recuerda los deberes, al lado de los cumpleaños y junto al ADN, se abrió una compuerta que liberó un pensamiento. Cuando miró al insecto apachurrado y embarrado en su suela, supo que iba a morir. Le faltó el aire. Bebió un vaso de agua, tratando inútilmente de lavar esa idea de su mente. Salió a trabajar con menos ánimos que de costumbre, pero con los nervios crispados y la mirada alerta. El objeto contundente podía caer de una ventana, aparecer detrás de una esquina, o estar detrás de él. La muerte lo perseguía.

Mientras todos sus compañeros se entretenían con la bomba atómica y con el Sputnik 1, Ivan luchaba contra la muerte. Bebía placenta de bebé parcialmente hidrogenada, una taza de vitaminas varias y extracto de la planta sagrada de Bombay, todo en el desayuno. El día entero se la pasaba en el laboratorio, formulando ecuaciones y ecuacionando fórmulas. Lo despidieron por su baja productividad, y lo instalaron en un puesto administrativo, que solo lo volvió más nervioso, arisco y distraído. En busca de fondos, traicionó a su patria y se pasó a Estados Unidos, donde siguió experimentando.

***

Ese día se despertó animado. Era la primera vez en veinte años. Tomó su placenta hidrogenada (ya lo hacía por pura costumbre) y se dirigió al tercer piso. Ser desertor, y con sus conocimientos, acarreaba consecuencias. Vivía en un complejo subterráneo perdido en algún lugar del desierto de Arizona, perfeccionando armas sónicas y materiales invisibles. En su tiempo libre, después de pulir el rubí del láser de muerte, iba con los otros científicos al ascensor principal, donde discutían teorías mientras subían a la superficie. Allí se divertían haciendo OVNIs de materiales reciclados y extraterrestres de papel maché que ponían dentro. A Ivan le encantaba ese juego, pero le dedicaba poco tiempo.

Entró a su laboratorio privado. Tal era su rango que en toda la base la suya era la única que podía mostrar letreros en ruso. Otras comodidades que gozaba eran una línea directa con el presidente, un televisor a color, paredes acolchadas y su tubo criogénico. Para no levantar sospechas, siempre decía que estaba a medio terminar. En realidad, se pasaba la mayor parte del tiempo arreglándolo, mejorando sus sistemas de enfriamiento, ajustando las válvulas y puliendo su superficie. Este día lo usaría por primera y única vez.

Se metió en la cápsula. Ya estaba fría. Estaba solo, encerrado y sin nada que hacer. Tocó el recubrimiento aislante como a una virgen que llorara aceite. Se puso la aguja de corriente electrolítica en la sien y la de microgel en una vena de la mano izquierda. Estaban frías, pero por Marx, era una cápsula criónica, se suponía que debía estarlo. Dio un último respiro y la cerró. Un vapor denso y dulce la llenó, mientras se oía una antigua danza cosaca, grabada en un disco de alta densidad (el segundo juguete favorito de las mentes de la base), y elegida por el doctor como su réquiem. Cerró los ojos y sonó un pitido. Hubo una chispa, y el ruido y la luz se extendieron por un momento indefinido en la eternidad.

***

Entre la basura que está almacenada en una bodega de New Mexico esperando a que pierda valor contable y se desclasifiquen los archivos que hablan de su existencia, se encuentra el sarcófago metálico del Dr. Chacsvlckask. Está en una casita donde vive el vigilante. Científicos de todo el mundo vienen cada año en una peregrinación secreta, normalmente en grupos de tres o menos. Vienen a ver a su colega, el que está más allá de todo. Según el dictamen, el doctor está en un estado de no – muerte totalmente inexplicable. La especulación científica sobre el instante Chacsvlckask, o el momento en el que se está muerto y vivo a la vez raya en terrenos metafísicos. De vez en cuando un colega trata de explicar momento 0.00000000000000000000000000000000000000000001 segundos antes del fenómeno, sólo para agregar otro cero y dejar el problema en espera del siguiente que trate de resolverlo. La máquina convirtió a su cuerpo y a todo lo que había en su interior en una sola cosa sólida, y es imposible despertar al doctor. Allí adentro, sin embargo, gracias a alguna cosa que descubrió en sus noches de insomnio y temor, Ivan disfruta de una existencia pacífica, volando papalotes de aluminio y viendo el atardecer a través de las dunas por los siglos de los siglos.

Que así sea.

Caray, este iba a ser el post del disco uno, y terminó siendo el del dos. Nadie puede mandar en los pensamientos, ni siquiera en los propios. ¿O será que hacer programas en Java me voló el juicio? No lo sé.

6 comentarios:

yissus dijo...

Guau dijo el perro!!!!, que buena historia, te hago una ovacion de pie a manera ficcticia en este vacio electronico, que buena historia, y que buena investigacion de musica plagiada, me agrado mucho este blog que hiciste, creo que es el que mas se me quedara grabado por almenos en unos cuantos meses (ya saves como soy de olvidadiso), bueno, de aqui se despide tu amigo y compa, el chucho, ha y por cierto, disculpa las faltas de ortografia, ya saves que tengo descidias hacerca de arreglar eso.

Anónimo dijo...

Robot viene de... em... nose... china... jajaa, por cierto, con ese piropo tienes el riesgo de k te lo respondan:
- Presentame a tu ginecologo pa chuparle los dedos.
- Mejor te presento a mi novio pa k le chupes la ve... tu entiendes

Anónimo dijo...

jajajaj sorry, eso ultimo era respuesta de otro tipo, jaja

DonGalleto dijo...

Gracias por firnmar mi blog.
El tuyo esta muy chido, sere tu lector asiduo

GiGiMaRiA dijo...

gracias por haber entredo a mi blog aunque aya sido por una amenaza jajajjaa (cuero temo) bueno tu manera de escribir es diferente, espero que te aya gustado mi articulo y espero que sigas mis escritos asi como yo seguire los tuyos...
tiffanis cuando????
bueno byebye
gigi

Anónimo dijo...

chido tu blog..
te recomiendo este:_

http://www.narco-cultura.blogspot.com/