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We yell because we don't care

domingo, 23 de septiembre de 2007

Music To Drill Oil Wells


Detrás del horizonte, más allá de estas dunas, debe estar reinando el caos. Eso quiero creer. Aquí, en el equipo de exploración No. 7, sólo hay un vago sentimiento de apatía. Aunque este es el primer yacimiento que encontramos en treinta semanas (¿algo así como seis meses?) no estamos emocionados. Somos como los camellos que nos trajeron hasta aquí. Hasta estoy masticando el chicle como ellos. No hay mucho que hacer aparte de revisar las máquinas y pensar. Ya ni siquiera platicamos entre nosotros, tal vez porque el trabajo nos absorbe. Es una buena forma de evitar pensar. ¿Pero qué diablos estoy haciendo? Mejor vuelvo a revisar las válvulas.

El camión daba buena sombra, pero era hora de trabajar. Rick salió de entre las llantas, arrastrándose en la arena, retirando las manos en cuanto sintió el calor del mediodía. Era más seguro estar al sol de todas maneras. Jenny murió cuando un escorpión salió a cazar en el fresco y confundió su dedo con un gusano, así que pocos se arriesgaban a entrar al “cuarto”. Entre la oscuridad que provocaron sus párpados al cerrarse por la luz, oyó a Junior reír como demente, cosa que sucedía por lo general cuando algo se estropeaba, así que corrió a donde estaba. Lo encontró agachado frente al único jeep que quedaba.
- ¡Alguien olvidó revisarlo ayer! – decía Junior entre carcajadas - ¿Recuerdas cuando pasamos por ese helicóptero caído? ¡Pues una maldita varilla se le encajó en el tanque y se le salió todo el diesel!
- ¿Puedes arreglarlo?
- Claro, pero será un regalo para el Padre Desierto. Esa era la última carga de diesel para este jeep.
- Bueno, ya ni modo. De todas formas lo íbamos a dejar. Quítale todo lo que pueda servir y deja de asustarme.
- ¿Porqué lo dices? ¿Por mi sentido del humor? Oye, cuando uno ya no se puede reir, se muere y ya. Y yo no quiero quedarme en este lugar a que me coman los buitres. ¡Eso déjaselo al jeep! – dicho esto, Junior empezó a desmontar el vehículo, trabajo que le tomaría todo el día.
Desperdiciar cincuenta litros de diesel de esa manera era más grave que ser tragado por arenas movedizas. Desde el último año, todo el combustible sin utilizar debía ser devuelto a la cisterna de la compañía. De todas maneras, el “diesel” no era más que plástico quemado y derretido, pero era valioso. Literalmente, eso era dinero escurriéndose entre los dedos. Rick recordó el helicóptero. En lugar de simplemente pasar y recordar la fantasmal visión que era el esqueleto de la nave, él y Junior bajaron en busca de material electrónico o cualquier cosa. Hace algún tiempo, el “nec-rec” sólo lo hacían los desesperados. Ahora cualquiera lo hacía e incluso se había convertido en una actividad primordial. Los cazadores – recolectores de la antigüedad iban en busca de semillas y frutas. Los de ahora buscaban baterías o cualquier cosa que pareciera biomasa, material combustible o nutricional. Increíblemente, el dinero todavía servía. Claro que un litro de leche costaba una fortuna, pero se tenía la creencia de que la escasez era momentánea, o en el peor de los casos, temporal. Cuánta fe. Si la gente supiera de los meses sin encontrar un solo pozo, de los camellos, de Jenny, de que hasta el director general de la compañía tenía un par de sirvientes que hacían nec-rec por él, tal vez se darían cuenta de que las brigadas de exploración eran más rituales que cualquier otra cosa. Un día descubrió a un par de obreros oliendo los tanques que habían contenido alguna vez gasolina. Ninguno se atrevió a tocarlos. Cuando les preguntó porqué lo hacían, descubrió que esa sola experiencia había sido la razón por la que habían venido. Aunque había que decirlo, trabajaban bien.
Ellos prácticamente llevaban con el peso de todo el trabajo pesado. Poseídos cuando se les dijo que era un pozo muy probable, no pararon de trabajar. Hacia las 17:37, la perforadora llegó a una profundidad de setecientos cuarenta y nueve metros (siete, número afortunado). Un chorro de lodo salió por el tubo, y luego el petróleo. Rick dejó que los obreros disfrutaran del hedor del crudo un momento. Cuando vio que Cheng se saboreaba la boca y le mostraba una sonrisa negra, supo que era hora de cerrar la válvula. Junior se secó una lágrima, y puso a trabajar la protorefinería.
- Lástima que jeep No. Último no esté con nosotros. Le hubiera encantado un poco de diesel. Fuiste muy desconsiderado, Rick.
- Yo no tuve la culpa. Y deberías conectar el tocadiscos, ahora que podemos darnos el lujo.

***

No quedó muy coherente, ni largo, ni espectacular, pero es algo. Fue lo que se iba ocurriendo así que no me digan nada. Por cierto, si se fijan en la fotito de la parte superior, es un bonito disco extraño. Los discos raros vuelven a Flaigrod, con todo su diseño raro, sus nombres increíbles y su extraña habilidad inspiradora. Quería convertir esto en sección, pero por una cosa u otra no pude concretar. Ahora esperen verlos más seguido, al igual que más posts!

3 comentarios:

T3Mo dijo...

em... o..k...

T3Mo dijo...

Mi internet falla, no puedo firmar pk se desconecta esto, a ver si esta firma si me la sube

Wittenbergman dijo...

Si sirvió! Por lo menos por cinco segundos