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martes, 18 de diciembre de 2007

"Políticamente correcto"


Ese sí es un nombre

En mi casa somos unos desconfiados paranoides. Eso nos ha mantenido con vida, sobrios y sin amigos por décadas. Tal vez por ello mi fascinación con la realidad. Descubrir la verdad, tratar de dilucidar los motivos ocultos, de no dejar pasar nada por alto, leer entre líneas, cuestionar, cuestionar y cuestionar. Llegar a las respuestas, descubrir el 42. Es una curiosidad morbosa. También es un hobby muy entretenido hacer conspiraciones de la nada, darle respuestas absurdas a la vida, aunque eso es jugar con la realidad.

La semana pasada me enteré de la existencia de este documental, “El poder de las pesadillas”. Cuenta la historia de la visión ellos vs. nosotros que tanto se ha alimentado tanto del lado de los neoconservadores de Estados Unidos como del extremismo islámico. No todo es culpa de Bush ni de Osama, después de todo. Son peones de un juego más grande: el de evitar que la civilización caiga por la libertad desmedida. Sí, ambos bandos creen que demasiada libertad corrompe, y deben evitarlo, ya sea usando la fuerza del Islam o del mito de America (sin acento, obviamente) como defensora de la democracia. Una idea avasalladora que le deje al individuo bien claro un sistema de moral y que le dé identidad y propósito, cosas que la libertad individual no puede dar. Lo increíble es que estas formas de pensar salgan de personajes obscuros que muy poca gente conoce, y que circunstancias fortuitas y desafortunadas en sus vidas refuercen aún más sus convicciones. Lo que me pareció más interesante de toda esta trama no es el entramado de mentiras y temores infundados que se han ido tejiendo desde los sesentas, porque ya estamos acostumbrados a ver conspiraciones donde sea, sino la idea de que el individuo es demasiado pequeño, y de que una élite deba conducir a las masas. De verdad me impactó que haya gente que crea ese tipo de cosas aún. Los “iluminados” son los tipos más nefastos de personas (si lo sabré yo, que estoy escribiendo esto). Y algo más interesante aún, que no es necesario que una persona predique a multitudes. Basta llegar a las personas correctas. Un grupito es capaz de trastocar la historia completamente. De hecho basta sólo con una, y un instante. Una noche lluviosa, una migraña espantosa, o fijar la vista en un papelito tirado en la calle, pueden desencadenar acontecimientos maravillosos o desastrosos. Yo por eso apunto todo lo que se me ocurre, no vaya a ser que le parezca coherente a alguien correcto… Si los quieren ver, y decirme lo orate de mis conclusiones, aquí están los links:

El poder de las pesadillas I
El poder de las pesadillas II
El poder de las pesadillas III


Y los nombres: Sayyid Qutb (del lado de allá) y Leo Strauss (del lado de acá).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo soy completamente contrario: pesé que he pasado gran parte de mi vida como misántropo mamón (ya nada más me falta cojear, cofcofcof), me gusta más irme por el lado de lo fantástico, lo ficticio, lo hilarante... no sé, me da mucha flojera buscar el trasfondo lógico y real de las cosas, porque creo que siempre es muy sencillo y obvio.

Le voy a echar una mirada, a ver que tal está.

Wittenbergman dijo...

Es que al final, la realidad supera a la ficción, mi lic.

Anónimo dijo...

Uuuuuuh, hace meses que nadie usa el "mi lic." conmigo en una plática. Me sentí viejo.