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miércoles, 10 de diciembre de 2008

Injusticias de la vida

Desde mi recámara puedo ver lo que queda del Muro. Allí, en ese punto que oculta esa mancha de grasa en la ventana, a unos metros de la puerta de Brandeburgo, mataron a Günter. Para ustedes que no lo conocieron, su cadáver puede parecer un icono del ansia de libertad, su sangre un grito desde lo profundo del corazón que habla del hastío que se vive en la tierra del Socialismo Real, su vista fija en el infinito un intento vano de vislumbrar la libertad. Para mí, más que todo eso, era mi vecino. El pobre Günter que se quedaba horas absorto contemplando la ciudad que se extendía más allá de la azotea del bloque de viviendas en el que vivíamos en aquel tiempo.

- Serás la sal de la Tierra y la luz del mundo - dijo Nina uno de esos días, mientras nos acompañaba a Günter y a mí en una de esas vigilias.
- ¿Perdón?
- Nada, nada. Sólo lo recordé.
Seguimos viendo el fulgor de las avenidas, los edificios, los letreros.

Allí arriba se pasaba todo el tiempo, como un estilita. Yo subía por el fresco o a fumar, pero él parecía querer ver las marquesinas de Berlín desde aquel techo. Tal vez quería leer un periódico flotando sobre una alcantarilla, o escuchar las risas de un par de jóvenes tumbados en el pasto del Tiergarten. Siempre pensé que un día saltaría. Creo que pensó que eso era demasiado corriente para un soñador como él, y escogió como salida las balas de una ametralladora.

- Ya, hombre, ¿acaso vas a poner un nido aquí o qué? Tengo huevos en la cocina si te interesa.
- Tal vez debería. ¡Mira, el puente aéreo! - Me pasó sus binoculares (quien sabe de dónde los haya sacado). No vi nada.
- Te estás quedando ciego, Allí no hay nada.
- Ah, no, era uno de mis pollitos.

Sólo algún tiempo después me dí cuenta para qué quería cruzar la gente al otro lado. Para bailar como si estuvieran en un comercial de champú.



¿Y esa gente ganó la Guerra Fría? ¿Esa gente disfrutaba la libertad? ¿Se lo merecían? Qué decepción. Günter, mejor te hubieras quedado soñando allá arriba. Tus ilusiones eran mejores que cualquier cosa venida del Oeste.

2 comentarios:

Momus dijo...

Pobres socialistas, nada los pudo preparar para lo que venía, nadie pude haber estad preparado de hecho; los noventa

Pero no todo fue Vanilla Ice, Sugar Ray y Blink 182, estuvo la época dorada de los Beastie Boys, los Smashing Pumpkins, Jane's Addiction, los Pixies...

Más que la melancolía y el desencanto de la época y el contexto que no viví (lo siento Günter) me devolviste mi prepubertad. ¿Nadie más escuchaba esto de manera compulsiva?

Momus dijo...

¿y se acuerdan de esto ?