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martes, 8 de enero de 2008

Sabiduría Rubik (I)

Ayer compré uno de estos:


No se muestra: los otros tres lados todos desparramados

Si miles de personas en el mundo han podido resolver este acertijo clásico, ¿porqué yo no? Yo no soy miles de personas, pero sé que puedo. Después de estarlo revolviendo todo el día, este es el aspecto que guardaba al empezar:


Una de las 43,252,003,274,489,856,000 permutaciones posibles, descansando inmóvil en mi mano derecha.

Me he propuesto jugar con este instrumento infernal y tratar de resolverlo. Tengo todo el año. Y pues ya, manos a la obra.

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A los cinco minutos de estar con el cubo entre las manos es imposible no caer en trance místico, o en rabia extrema. Para tratar de armarlo la mente debe estar en blanco, y en ese estado es fácil que se apoderen de uno pensamientos extraños, que lo distraen y hacen dar vueltas a un lado una y otra vez. Me pregunto si en los ochentas habría existido un libro dedicado a esas reflexiones espontáneas que salen de estar allí embobado ante esa pieza de plástico, al que ya no se trata de ver como un juguete sino como un modelo de la vida y del universo. Seguro toda una logia de rubikólogos se hubiera formado, y usaría al kocka (Húngaro para "cubo") en sus rituales. Tres vueltas para allá, una hacia atrás, dos adelante y una letanía. Blanco para la pureza, verde para la vida, amarillo para la energía, azul para el conocimiento, rojo para el cuerpo y naranja para el espíritu, aunque los hermanos tienen muchas discusiones sobre la correcta interpretación de los crípticos mensajes creados a cada vuelta, con la mezcla de los cuadritos. A ese ejercicio se le llama szándék (Húngaro para “significado”). Algún día se logrará la mezcla perfecta de colores, y se revelará el sentido del universo, codificada en alguna de las miles de millones de formas del kocka. Todas las caras tienen un significado, pero sólo una tiene la gran respuesta. Son demasiadas para que la respuesta aflore pronto, y al cabo de algún tiempo los recién llegados se hartan de tantas matemáticas que tienen que aprender, los mismos colores, el dolor en las muñecas, el húngaro, el tener que dar diezmos para comprar cubos nuevos. Se dan cuenta de que son los ochenta y se están perdiendo todo lo bueno, así que la secta desaparece y el mundo tiene un libro más para poner en la repisa de remates. Hay una enseñanza en todo ello: no hay que clavarse demasiado con nada, que podrías parecer ridículo en el futuro (guarde usted una foto de un cosplayer y enséñesela varios años después. Entonces comprenderá bien) Y para dejar la sensación mística, “Tomorrow Never Knows”.




(Y no, no voy a leer la solución que dan en Wikipedia, ni en ninguna otra parte. Este será un año largo)

6 comentarios:

El Autor. dijo...

1.- ¿Va a haber catálogo de imbéciles 2007?
Si me mandan material, sí.

2.- ¿Sigue aceptando fotos de cosplayers?

Sí, a crapulosos@gmail.com preferentemente manda fotos en zips o rars.

Anónimo dijo...

Dime que tu no haz escrito todo el post y que lo haz copy/pasteado de algún lado. Dímelo.

Juventino Montelongo dijo...

Yo me compré uno hace como 4 años, como no pude (pero nada más intenté como 1 semana (per completitíta)) lo abandoné.

T3Mo dijo...

Yo me harte y lo resolvi a la mexicana... le quite las calcomanias y las pegue acomodadas

Wittenbergman dijo...

Como pongo allí, hay soluciones por doquier: gracias a Internet ese conocimiento hermenéutico ahora está a la disposición de todos. Y no hay copy/paste aquí. ¿Pues por quién me tomas?

Wittenbergman dijo...

OH-OH... Creo que metí la pata...