Our Motto:

We yell because we don't care

jueves, 7 de agosto de 2008

Hipocondría


En foto: la puerta a mis pesadillas

Hace unos nueve años, cuando era un muchachito fácilmente impresionable, agarré en el super una Muy Interesante. En una de sus páginas venía la descripción de un experimento de un acelerador de partículas. Lo interesante no era cómo funcionaba, ni para qué servía (tal vez por eso ignoro esas cuestiones hasta el día de hoy). Lo verdaderamente atrayente era lo que podía pasar mal. Se hablaba de que en un choque entre protones o quarks o lo que sea que pusieran a chocar en el acelerador, se produciría energía, más partículas y posiblemente una bolita amarilla. Esa bolita amarilla era un stranglet, un pedazo de materia extraña que tenía el poder de convertir todo lo que tocara en más stranglets, disolviendo lo que se encontrara en su camino. Así, un buen día cualquiera, durante un experimento cualquiera, el fín del mundo llegaría en forma de una aniquilación escalofriante: todo el planeta reducido a una sopa de materia extraña. Lógicamente, me llené de terror. El acelerador sigue funcionando hasta ahora, y sigo siendo un conjunto de átomos bien cohesionados, así que puedo dormir tranquilo. Aunque a veces me acuerdo de esa revistilla, y me culpo a mi mismo por tener curiosidad por esas cosas. Otro niño, uno normal, habría agarrado un dulce y no tendría que pensar en el fin del mundo. Pero no, tenían que interesarme esas cosas. Ahora sabía eso, y tenía un motivo para preocuparme.

Algunos años atrás había sucedido lo del Shoemaker-Levy 9: un cometa que chocó con Júpiter. Pues bien, yo había visto en la tele a un idiota decir que ese impacto crearía un estallido de radiación que eventualmente afectaría a la Tierra, tal vez de modo muy peligroso. Debe entenderse por muy peligroso el fin de la raza humana. Yo entonces no sabía que a los astrólogos no se les debe creer, más si salen en televisión. Era un niño en el que la autoridad podía implantar lo que quisiera. Obviamente, el día del suceso no podía dormir. Al día siguiente seguía allí, vivo y despierto. Lo del cometa fue bastante mejor que con el stranglet: había una hora y una fecha determinada. Con la otra posibilidad podía estar en la escuela y de repente ver con horror cómo los compañeritos de al lado se convertían en neutrones y encantos. O en cualquier otra parte. Eso sí es terror y no tonterías.

Hace unos cinco o seis años me tocó ver en el Aunque Usted No Lo Crea la historia de un tipo al que un buen día lo atacó una bacteria comecarne que terminó con destruir su cara. No puedo acordarme cómo se contagió: sólo sé que se decía que era una bacteria común a la que todos estamos expuestos de vez en cuando, pero que a veces se comporta de formas por demás agresivas. Al día siguiente tuvimos visita de una prima y su bebé. No sé qué tenía que ver una cosa con la otra, pero no quería estar cerca de él. Temía su saliva. Cualquier fluido corporal. Estaba en todas partes. Por algunos minutos sentí lo que Howard Hughes sufrió durante años: un miedo enfermizo a los gérmenes. Y entonces me lo pusieron cerca. Sus babitas tocaron mi mano. Disimuladamente me lavé, pero estuve atento unos días por si aparecía alguna lesión digna de ser atendida por Doogie Houser (no había Dr. House en ese entonces). No paso nada, y de allí en adelante perdí mi miedo a las bacterias comecarne, aunque es curioso, sentí un escozor en la mano.

En estos días se ha puesto de moda el LHC, el mayor acelerador de partículas que se haya construido, no tanto por lo que se espera encontrar allí (que no es poco: nada más el porqué las masa tiene, bueno, masa), sino sobre todo por la bella posibilidad de que en una de tantas colisiones se pueda crear un microagujero negro que poco a poco vaya ganando masa y eventualmente se trague toda la Tierra (o si no, mi DIOS, un stranglet). Si toda mi experiencia anterior con los peligros probables de la ciencia me ha enseñado algo es que no se debe temer a algo que solo es "mínimamente probable", "estadísticamente insignificante" o "basura alarmista". Sin embargo, yo como buen nerd he estado siguiendo esta historia desde hace tiempo, y también, como no, como un buen blando sin criterio que se cree todo si es "mínimamente probable" me he estado preocupando. Ayer hasta me puse a buscar opiniones tranquilizadoras, y afortunadamente no tuve que buscar mucho: están hasta en Wikipedia. Pero hoy me encuentro con esto:



y una noticia en Menéame que dice que es probable que los microagujeros negros sean peligrosos, y eso ha bastado para encender de nuevo mis miedos infantiles. Más por el hecho de que antes era una sola opinión en una revista y nunca me encontré a nadie que la hubiera leído o se hubiera preocupado y ahora en el mundo del Internet, donde te encuentras cualquier cantidad de locos, y en esto tiempos, donde ser geek y preocuparse de estas cosas es cool y socialmente bien visto (por lo menos dentro de Internet) me encuentro con que el LHC es portada, cientos de enlaces a páginas preocupantes y también cientos de comentarios. Entre tanta avalancha de información no sé a quién creerle. Además, en los otros casos me olvidé del asunto pronto, pero Internet es un depósito de información que nada olvida, así que de aquí hasta que el último pseudo-nerd se olvide de la historia seguiré temiendo a que un agujero negro me trague antes de ver a Radiohead en concierto. Gracias a todos ustedes, sabelotodos, voy a tener el mes más largo de mi vida (la cosa empieza el 10 de septiembre). Maldita sea, ¿porqué tengo que saber cosas? Mi hermano es un idiota y ya hasta novia tiene, y yo con saber todo esto de las teorías de Hawking, los dilemas de Dawkins y los garabatos de Plank no consigo nada mas que hipertensión arterial. Pero en fin, es tarde para lamentarse. Pude ser un anestesiado miembro de la sociedad pero desperdicié mi oportunidad. Ahora sólo me queda tratar de calmarme y esperar lo mejor para la raza humana. GRAN DEMONIO.

2 comentarios:

William Saints dijo...

Si nos vamos a morir todos, ni pedo: los veo en el próximo plano dimensional.

Momus dijo...

¿Plano dimensional? ¿Ver?

Cualquier cosa que pasara por culpa del LHC llevaría a una reestructuración atómica u hadrónica que en efecto, destruiría el conjunto de sensasiones subjetivas que denominamos como nuesta identidad. Pero teóricamente no te va a transportar a otro plano (Las dimensiones son, digamos, las medidas del plano, además de que un plano es un modelo abstraido, no un universo), ni es probable que de la reestructuración y redistribución de las partículas que actualmente componen lo que defines como ti mismo vayan a tener la capacidad de procesar las ondas electromagnéticas de manera que tengas la sensación de ver.

¿Era un astrónomo o un astrólogo? La diferencia es crucial.

Estadísitcamente el LHC es mucho más inofensivo que la comida que comes. Los aceleradores de partículas funcionan de la manera más tecnológicmanete avanzada que hay para la cosa más primitiva; básicamente están usando rayos láser para estrellar partículas y ver que pasa. yo le tendría más miedo a tu iPod o a que tu hermano, o su novia, leyeran tu blog.

No estoy diciendo que tu miedo sea injustificado, sino que deberías de tener MUCHO más miedo en general. Saludos desde la facultad de ciencias de la UNAM y feliz cumpleaños.