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lunes, 27 de noviembre de 2006

A la manera de Animal Planet : El Ser Individual (II)




"La sospecha crea confianza"

Hoy me dieron ganas de poner esta imagen. Por que sí.




Segunda parte de esta forzada meditación sobre la nueva especie humana.

***

Es obvio que las relaciones basadas en estas apariencias de oropel y sueños comprados son más que nada de placer. El “tu vive tu vida y déjame vivir la mía” que es el slogan del ser individual, inevitablemente lleva al desastre. Una pareja conseguida de esa forma no puede durar mucho tiempo. Se acaba el encanto inicial, y se pasa a una fase de separación, que en ocasiones se da tan rápido como se comienza, como en esas tan famosas “relaciones de una noche”, que se olvidan al paso de las semanas, empujadas por el aluvión de las nuevas experiencias.

El ser individual, al basar su existencia en la novedad y la forma, tiene muy poca memoria. La historia tiene tanto valor como una bolsa de frituras. Lo que haya pasado antes de su llegada al mundo lo tiene sin cuidado, por que ya pasó. Sólo es motivo de reconocimiento cuando se convierte en una película o miniserie de época. Así, todos aprendemos la suprema buena voluntad de Norteamérica, y lo buenos que son los espías británicos. La historia del presente se circunscribe a los que caigan en el pequeño polo de interés del que la esté viendo. Porque este ser es profundamente visual. No lee, sólo ve. La impresión de una imagen o un testimonio puede mover fácilmente su corazón, deseoso de encontrar un motivo por el cual hacerlo. Eso explica la increíble generosidad que se da en casos de desastre. La corta memoria explica el olvido que acompaña a esa generosidad.

Pero, ¿y qué se puede decir del individualismo en sí? Es una doctrina extraña centrar el universo en el yo, uno mismo, el ser egocéntrico a cuyo alrededor gira el mundo y orbitan las personas. El sol se pone únicamente hasta que cierro los ojos y duermo. Al amanecer, yo lo despierto, no él a mí. Entonces, Dios, dime, ¿por qué todo lo malo me pasa a mí?

La espiritualidad perdida por los continuos ataques de la vida moderna tiene que remplazarse. Ya dijimos que el ser individual tiene un vacío dentro de él. Este vacío no es sólo por la soledad, sino por la carencia de un soporte espiritual. El sol sale y se pone a nuestra voluntad, nos repetimos, pero en el fondo sabemos que no es cierto. En ese caso, tenemos que buscar a alguien o algo que nos lo confirme, o al menos, que nos muestre un camino, “el” camino. Pero este camino tiene que ser atractivo y sencillo. Puede estar en un libro de superación personal, las revelaciones de un lama tibetano, un telepredicador o dentro de una secta de dudosa calidad moral. Por lo general, las personas más vacías son las que pueden moldearse de una manera más sencilla. Sin saberlo, el ser individual pierde aquello que mejor lo identificaba (su yo) y lo reemplaza por un sentimiento monolítico de comunión. Es común ver a este tipo de seres, espectros de lo que fueron alguna vez, paseando como seres puros e iluminados. A veces nos entristece, pero si ellos están bien, y no le hacen daño a nadie, no importa ¿no?

Es aquí donde se debe hacer un alto. Quizá el meollo del asunto esté en esa cómoda postura de tolerancia indiferente que se ha convertido en materia de uso común (¿o moda? Si es así, ojalá pase pronto). Es muy bueno que se quiera dar su espacio a las personas, que se desee vivir en una atmósfera de respeto y buena voluntad. Pero esto es también contraproducente. La libertad y la tolerancia mal entendidas pueden convertirse en un factor de división, de olvido mutuo. ¿Cada quién debe vivir como un fantasma en la memoria de los demás? ¿Una sombra que se vio pasar una vez? Este mundo fantasmagórico, de existencias supuestas y presentidas, mas no comprobadas, ¿acaso resulta agradable y acogedor? En este mundo donde la vida de los demás importa cada vez menos, la idea del vecindario de la humanidad resulta correcta pues ese es el destino último del ser individual: pasar su vida ensimismado en su castillo, apenas rozando la vida de otros, asomándose tímidamente tras las cortinas.

***

¿Estoy loco o sólo no doy rienda suelta a mis ideas muy seguido? No importa. Este es un desahogo, entre clase de contabilidad y trabajos de contabilidad.

3 comentarios:

Momus dijo...
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Anónimo dijo...

Quizás...
Pero quiero decirte algo:
El sol sólo sale cuando abres los ojos, y se oculta cuando los cierras
Individualidad es lo único que tienes, lo único que le da algo parecido al sentido a tu existencia

Ricardo Pompa dijo...

Es una idea muy bien expuesta, te felicito. Comparto varios puntos contigo.
Podría ser algo como:
Cada que dos personas escriben cosas diferentes alrededor de un mismo tema pienso que cada quien experimenta un universo distinto.
Y como es tu universo, tú decides.